Mañana hace 75 años que murió Machado. Moría en Colliure, un pueblito
francés cerca de la frontera con España, esa España pobre, escuálida y
ahíta de naufragios, hundida en una guerra de caínes. 75 años hace ya de
aquel destierro del país y de la vida y sin embargo la España malherida
que describió en sus poemas se le parece tanto a esta que parece que el
tiempo no ha pasado. Sigue “encinta de lúgubres presagios”, “son
tierras para el águila, un trozo de planeta por donde cruza errante la
sombra de Caín”.
En esas tierras de Castilla tan áridas y ásperas han fallecido esta
semana dos personas en los pasillos de un hospital de Toledo en el que
los recortes hacen tanto estrago que los médicos y enfermeros no llegan a
salvar a los enfermos de las garras de la muerte. El gobierno de la
señora Cospedal lo niega pero los médicos del hospital denuncian su
precaria situación. Ya hemos pillado en tantas mentiras a María Dolores
que no podemos creer ya más que su nombre que es mal presagio. El PP se
quita los muertos de encima no solo en las aguas que nos rodean, también
en tierra, también a los de aquí, también a los de la patria que el
gobierno dice representar.
“No es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra; que
no basta vivir sobre él, sino para él; que allí donde no existe huella
del esfuerzo humano no hay patria”, decía Machado. Y hoy vemos que se
pisa a los que están en el suelo a los que no se da consuelo alguno. El
mismo gobierno que con sus recortes deja muertos en los pasillos, ha
negado el auxilio estas últimas semanas a los pobres que no pueden pagar
la luz ni calentarse y a familias como la de Couso que ya no encontrará
Justicia en este país porque el PP ha fulminado la Justicia Universal
de un manotazo, con su mano de hierro, con sus uñas de acero.
Y antes abandonó a los desahuciados cuando pidieron socorro. Mañana
también cumplen 5 años quienes se juntaron para acudir a esa llamada.
Mañana la Plataforma de Afectados por la Hipoteca cumple 5 años
movilizándose, apoyando, acogiendo, ayudando, desobedeciendo cuando es
más justo desobedecer que lo contrario. 5 años y más de 1000 desahucios
parados. 5 años montados en pelo de la quimera, que decía Machado,
dejando en el puerto la sórdida galera, lanzando velas y anclas a las
mareas, batallando a la luz de las divinas ideas. 5 años demostrando que
sí se puede. 5 años como diamante puro.
España ha vuelto atrás, a los poemas más tristes y polvorientos de
Machado. Ayer veía yo en mitad de la calle una triste mujer de más de 70
años vendiendo en una esquina palulú. La imagen era en blanco y negro,
más negra que blanca. Palos de chupar para engañar al hambre. Palos de
chupar para sacarse unos euros. Así está mucha gente porque en este país
abunda el hombre malo, capaz de insanos vicios y crímenes bestiales que
bajo el pardo sayo esconde un alma fea esclava de los siete pecados
capitales, como escribió Don Antonio.
Pero también hay una juventud de espíritu que despierta como el
diamante clara, como el diamante pura. Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que
bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos
Españas ha de helarte el corazón.
22 feb 2014
21 feb 2014
“Cariño, no es lo que parece”: el PP y el principio de realidad
Nos gobierna un partido lunático, en fase avanzada de neurosis. Sólo así
cabe calificar a un partido cuyos principales dirigentes se
caracterizan por actuar al margen del principio de realidad. Freud
defendió que son dos los principios que regulan el funcionamiento de la
psique, el principio del placer y el principio de realidad.
Este último asume las limitaciones que el mundo nos impone, por muy
dolorosas que estas nos resulten. El primero, en cambio, nos conduce a
buscar el placer y huir del sufrimiento.
Freud explicó que la negación de la realidad genera en la mente un ámbito autónomo en el que el principio del placer campa a sus anchas. Lo llamó el “fantaseo, que ya comienza con el juego de los niños y continúa luego como fantasía diurna, abandonando la dependencia de los objetos reales” (véase Los dos principios del suceder psíquico, 1911). Podríamos decir que la pulsión electoral del PP es tan poderosa que la angustia que le produce el previsible batacazo en las próximas elecciones generales ha provocado un desplazamiento del principio de realidad en beneficio de fantasías que, desde un punto de vista psicoanalítico, pueden considerarse compulsivas y auto-eróticas.
Hay indicios, tanto indirectos como directos, de la neurosis que afecta a los dirigentes del Partido Popular. Entre los indirectos puede traerse a colación la pérdida del habla que sufre Ana Mato, el parloteo sin sentido e imparable de Carlos Floriano (lo que se llama técnicamente un “episodio maníaco”), el discurso de María Dolores de Cospedal sobre la “indemnización simulada y en diferido”, un “acto fallido” típico, que ya se estudia en todas las escuelas de psicoanálisis del mundo, los delirios paranoides de Jaime Mayor Oreja sobre la ETA, así como las invocaciones a la Virgen del Rocío por parte de la ministra de Trabajo, Fátima Bañez, y a Santa Teresa por parte del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. A todo lo anterior deben sumarse las muecas extrañísimas y reveladoras del propio Mariano Rajoy cuando habla de corrupción o de creación de empleo.
Vayamos a los indicios directos, que son los más preocupantes. En una comparecencia parlamentaria, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, afirmó, con su jactancia habitual, que “los salarios no están bajando, sino que están moderando su crecimiento”. Asimismo, el señor Montoro negó que Bárcenas se hubiera acogido a la amnistía fiscal y, excitado por su propia huida de la realidad, afirmó que el Gobierno de Rajoy es el que más duro ha sido en toda la democracia en su lucha contra el fraude y la corrupción.
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, no ha dudado en referirse a su retrógrada ley del aborto como “la más avanzada y progresista del Gobierno”, que es algo así como nacionalizar la banca en nombre de la propiedad privada. A su vez, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, se dejó llevar por el principio del placer cuando trató de justificar su recorte de las becas Erasmus alegando que era la Comisión Europea la que reducía los fondos. El portavoz de Educación de la Comisión, que no se anda con sutilezas psicoanalíticas, perdió la paciencia y calificó las razones de Wert de “basura”.
Pero quien más preocupa actualmente en este sentido es Mariano Rajoy. En una entrevista concedida al diario El País, dejaba a todo el mundo patidifuso con esta afirmación: “No hay en este momento unos indicadores precisos ni en España ni en Europa sobre los datos de desigualdad”. El principio del placer político le llevó a negar la evidencia de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea que tanto esfuerzo invierte en calcular el índice de Gini y otros indicadores de desigualdad, en los que España aparece a la cabeza de Europa.
¿Recuerdan su extravagante anuncio del rescate bancario? Resulta que no era un rescate, sino una generosa línea de crédito sin condicionalidad, y que no nos lo imponían las instituciones europeas, sino que era el propio Rajoy quien lo había conseguido frente a las resistencias de otros Estados miembros. Muchos otros primeros ministros europeos llegaron a la conclusión de que Rajoy vive preso de sus “fantasías diurnas”.
Después de mucho tiempo analizando al PP, yo estoy convencido de que no mienten, de que se creen sus embustes. Viven en un mundo paralelo de fantasía, alejado del principio de realidad. En el libro de Lucía Méndez, Morder la bala, se describe con detalle cómo los dirigentes de este partido creían realmente que el problema de la prima de riesgo era José Luis Rodríguez Zapatero (así lo defendió Soraya Sáenz de Santamaría) y cómo no salían de su asombro cuando la prima de riesgo ascendió con ellos hasta los 600 puntos, teniendo que intervenir Mario Draghi a salvar a España con sus declaraciones en el verano de 2012.
Andan ahora proclamando una fantasmal recuperación de España y acusando de antipatriota a quien se atreva a cuestionar el cuento. El señor Montoro, siempre dispuesto a decir la mayor insensatez, afirmó, en septiembre pasado, con el país en recesión y casi seis millones de parados, que España “es el gran éxito económico del mundo”. Pero sin duda el episodio más revelador de locura total es su reacción ante el descubrimiento de la corrupción generalizada y sistémica del PP. A Rajoy y a los suyos les han pillado con las manos en la masa.
El PP es un partido político, pero también es algo más: es una trama criminal y mafiosa, con doble contabilidad, sobresueldos en negro y un tráfico fluido de favores y dinero entre empresarios y políticos. Han defraudado a Hacienda todo lo que han podido, han cobrado sobresueldos y han abierto cuentas en Suiza con el dinero robado. En condiciones normales, con un partido cuerdo, el Gobierno ya habría dimitido en bloque y tendríamos otro presidente en estos momentos. Pero la ventaja de suspender el principio de realidad es que te puedes desentender de los hechos. La escena recuerda a la del marido que, sorprendido en la cama con la amante, dice aquello de “cariño, no es lo que parece”.
Freud explicó que la negación de la realidad genera en la mente un ámbito autónomo en el que el principio del placer campa a sus anchas. Lo llamó el “fantaseo, que ya comienza con el juego de los niños y continúa luego como fantasía diurna, abandonando la dependencia de los objetos reales” (véase Los dos principios del suceder psíquico, 1911). Podríamos decir que la pulsión electoral del PP es tan poderosa que la angustia que le produce el previsible batacazo en las próximas elecciones generales ha provocado un desplazamiento del principio de realidad en beneficio de fantasías que, desde un punto de vista psicoanalítico, pueden considerarse compulsivas y auto-eróticas.
Hay indicios, tanto indirectos como directos, de la neurosis que afecta a los dirigentes del Partido Popular. Entre los indirectos puede traerse a colación la pérdida del habla que sufre Ana Mato, el parloteo sin sentido e imparable de Carlos Floriano (lo que se llama técnicamente un “episodio maníaco”), el discurso de María Dolores de Cospedal sobre la “indemnización simulada y en diferido”, un “acto fallido” típico, que ya se estudia en todas las escuelas de psicoanálisis del mundo, los delirios paranoides de Jaime Mayor Oreja sobre la ETA, así como las invocaciones a la Virgen del Rocío por parte de la ministra de Trabajo, Fátima Bañez, y a Santa Teresa por parte del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. A todo lo anterior deben sumarse las muecas extrañísimas y reveladoras del propio Mariano Rajoy cuando habla de corrupción o de creación de empleo.
Vayamos a los indicios directos, que son los más preocupantes. En una comparecencia parlamentaria, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, afirmó, con su jactancia habitual, que “los salarios no están bajando, sino que están moderando su crecimiento”. Asimismo, el señor Montoro negó que Bárcenas se hubiera acogido a la amnistía fiscal y, excitado por su propia huida de la realidad, afirmó que el Gobierno de Rajoy es el que más duro ha sido en toda la democracia en su lucha contra el fraude y la corrupción.
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, no ha dudado en referirse a su retrógrada ley del aborto como “la más avanzada y progresista del Gobierno”, que es algo así como nacionalizar la banca en nombre de la propiedad privada. A su vez, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, se dejó llevar por el principio del placer cuando trató de justificar su recorte de las becas Erasmus alegando que era la Comisión Europea la que reducía los fondos. El portavoz de Educación de la Comisión, que no se anda con sutilezas psicoanalíticas, perdió la paciencia y calificó las razones de Wert de “basura”.
Pero quien más preocupa actualmente en este sentido es Mariano Rajoy. En una entrevista concedida al diario El País, dejaba a todo el mundo patidifuso con esta afirmación: “No hay en este momento unos indicadores precisos ni en España ni en Europa sobre los datos de desigualdad”. El principio del placer político le llevó a negar la evidencia de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea que tanto esfuerzo invierte en calcular el índice de Gini y otros indicadores de desigualdad, en los que España aparece a la cabeza de Europa.
¿Recuerdan su extravagante anuncio del rescate bancario? Resulta que no era un rescate, sino una generosa línea de crédito sin condicionalidad, y que no nos lo imponían las instituciones europeas, sino que era el propio Rajoy quien lo había conseguido frente a las resistencias de otros Estados miembros. Muchos otros primeros ministros europeos llegaron a la conclusión de que Rajoy vive preso de sus “fantasías diurnas”.
Después de mucho tiempo analizando al PP, yo estoy convencido de que no mienten, de que se creen sus embustes. Viven en un mundo paralelo de fantasía, alejado del principio de realidad. En el libro de Lucía Méndez, Morder la bala, se describe con detalle cómo los dirigentes de este partido creían realmente que el problema de la prima de riesgo era José Luis Rodríguez Zapatero (así lo defendió Soraya Sáenz de Santamaría) y cómo no salían de su asombro cuando la prima de riesgo ascendió con ellos hasta los 600 puntos, teniendo que intervenir Mario Draghi a salvar a España con sus declaraciones en el verano de 2012.
Andan ahora proclamando una fantasmal recuperación de España y acusando de antipatriota a quien se atreva a cuestionar el cuento. El señor Montoro, siempre dispuesto a decir la mayor insensatez, afirmó, en septiembre pasado, con el país en recesión y casi seis millones de parados, que España “es el gran éxito económico del mundo”. Pero sin duda el episodio más revelador de locura total es su reacción ante el descubrimiento de la corrupción generalizada y sistémica del PP. A Rajoy y a los suyos les han pillado con las manos en la masa.
El PP es un partido político, pero también es algo más: es una trama criminal y mafiosa, con doble contabilidad, sobresueldos en negro y un tráfico fluido de favores y dinero entre empresarios y políticos. Han defraudado a Hacienda todo lo que han podido, han cobrado sobresueldos y han abierto cuentas en Suiza con el dinero robado. En condiciones normales, con un partido cuerdo, el Gobierno ya habría dimitido en bloque y tendríamos otro presidente en estos momentos. Pero la ventaja de suspender el principio de realidad es que te puedes desentender de los hechos. La escena recuerda a la del marido que, sorprendido en la cama con la amante, dice aquello de “cariño, no es lo que parece”.
Obsesos sexuales
Después de tantos siglos de represión, lapidación de la adúltera,
marginación de la madre soltera, persecución de la homosexualidad,
encubrimiento de la pederastia y demás perversiones que padecemos por
parte de los iluminados intransigentes, es fácil concluir que este modelo dogmático de demonización de los impulsos que la naturaleza ha creado para que la especie no desaparezca, que llamamos sexo, ha fracasado.
Obviando el tema del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que para mí es incuestionable y que por supuesto hay que defender, por desgracia, todos los días (porque nuestros próceres nos imponen su sacrosanta moral machista, con la colaboración necesaria de sus compañeras, algunas disidentes de boquilla, otras orgullosas de reivindicar su condición de inferior), me gustaría abordar el tema de la reforma de la Ley del Aborto desde otro punto de vista.
Estos señores que basan su modelo de convivencia represivo en crueles dogmas doctrinarios, inmisericordes, disfrazados de humanismo que preconiza el amor a los débiles, a los desheredados, mientras lanzan pelotas de goma contra el que se está ahogando en el mar, sólo porque es negro y pobre, en lugar de rescatarle, lanzarle un salvavidas; los mismos, esos que hablan en nombre de dios, de su dios, el mejor del todos los dioses, esos hipócritas que dictan leyes contra la libertad y la normal convivencia de los distintos grupos que poblamos los pueblos y las ciudades, están enfermos, tienen la mente nublada por fantasías perversas y en su frustración sexual nos flagelan desde sus órganos de poder.
Que las parejas del mismo sexo adquieran una serie de derechos al contraer matrimonio les parece un “ataque a la familia”. Del mismo modo que sólo hay un dios verdadero, sólo existe un modelo de familia, el suyo. Entienden que esa institución solo tiene un sentido, un único fin: la reproducción. Pues muy bien, procedan, por mi parte pueden disponer en la mesilla de noche de un hisopo con agua bendita para rociar el camisón antes de contaminarse con el pecaminoso e inevitable trámite previo, pero déjennos en paz a los demás. Alguien debería contarles que ese tipo de prácticas tan alejadas de la naturaleza humana acarrea infinidad de conflictos psíquicos que, por desgracia, pagamos nosotros cuando estos seres acceden a los despachos donde se dictan las leyes.
Esta reforma llamada Gallardón con la que pretenden aproximarnos a su modelo de mundo, el del “valle de lágrimas”, no es sólo un ataque a la mujer, a la que vapulean cada vez que pueden, porque como es sabido es la mala en su libro sagrado que, por cierto, es una mala recopilación de otros anteriores, donde sólo aparece una buena y en el anexo, que para poder ser madre de un dios humano tiene que distinguirse de las demás a través de una inmaculada concepción: todas las otras están contaminadas, desde la primera. Como decíamos, esta reforma no es sólo un ataque a la mujer, sino la consecuencia lógica de la represión sexual en la que viven.
Esta ley nunca se hubiera planteado si nos reprodujéramos por esporas, pero es, precisamente, el hecho de que el sexo intervenga en la cuestión el que nos hace merecedores de un castigo, si no divino, porque dios nunca se pronuncia, terrenal, penal, carcelario. Quieren aplicarnos por otra vía la penitencia que ellos se imponen en su precaria existencia que a todas luces les parece miserable, no se entiende de otra manera su permanente lucha contra la libertad. El que vive en “estado de gracia” siente compasión por los demás, no desarrolla un permanente deseo de venganza. No son creyentes, sólo practicantes de un modelo de rito social al que siempre perteneció la élite, el poder, el dinero.
Son plenamente conscientes de que si los demás pueden llevar una vida sin prejuicios, sin una conducta que regule sus pulsiones sexuales sino, al contrario, dando rienda suelta a sus deseos e incluso desarrollando técnicas sofisticadas que incrementen el placer del acto, eso que se ha dado en llamar erotismo, que es al sexo lo que la gastronomía a la ingesta, hacer las cosas con un poco de arte; si ellos, reprimidos de por vida en esa inversión al más allá en la que creen obtener dividendos ofreciendo su castidad al ser superior, invisible, pero que todo lo ve, dieran por bueno el uso de la libertad, vivirían con la plena conciencia de estar desperdiciando su existencia, porque carecen de fe. En esa burda representación de lo espiritual no creen ni ellos, y para paliar ese sentimiento de frustración nos convierten en pecadores a los demás y, en tanto tales, merecedores de castigo. Salen a la calle y se llaman “pro vida” mientras aplauden que se ahogue a los pobres en el mar porque creen amenazados su privilegios. Serían los primeros condenados en "El Juicio Final”. ¡Ojalá fuera cierta esa patraña!
No queremos su absolución. No queremos usar su derecho al perdón a través de la confesión. No queremos caer en sus perversiones, ni en la justificación y encubrimiento de sus comunidades pedófilas, que ustedes comprenden tan bien. Tampoco nos gusta ese entramado financiero criminal que se ha creado en el Vaticano y que a nadie parece importarle, al que su recién cesado secretario de Estado, el cardenal Tarsicio Bertone, definió en su salida como “nido de cuervos y víboras”: yo no me atrevería a tanto, pero no lo conozco por dentro como él.
Obsesos sexuales, eso es lo que son. Insanos, perversos, dementes.
No, señores reprimidos, no queremos vivir en su hipocresía, en su doble moral, en su crueldad, en su ánimo de venganza patológico.
Estamos aquí para vivir en libertad.
Obviando el tema del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, que para mí es incuestionable y que por supuesto hay que defender, por desgracia, todos los días (porque nuestros próceres nos imponen su sacrosanta moral machista, con la colaboración necesaria de sus compañeras, algunas disidentes de boquilla, otras orgullosas de reivindicar su condición de inferior), me gustaría abordar el tema de la reforma de la Ley del Aborto desde otro punto de vista.
Estos señores que basan su modelo de convivencia represivo en crueles dogmas doctrinarios, inmisericordes, disfrazados de humanismo que preconiza el amor a los débiles, a los desheredados, mientras lanzan pelotas de goma contra el que se está ahogando en el mar, sólo porque es negro y pobre, en lugar de rescatarle, lanzarle un salvavidas; los mismos, esos que hablan en nombre de dios, de su dios, el mejor del todos los dioses, esos hipócritas que dictan leyes contra la libertad y la normal convivencia de los distintos grupos que poblamos los pueblos y las ciudades, están enfermos, tienen la mente nublada por fantasías perversas y en su frustración sexual nos flagelan desde sus órganos de poder.
Que las parejas del mismo sexo adquieran una serie de derechos al contraer matrimonio les parece un “ataque a la familia”. Del mismo modo que sólo hay un dios verdadero, sólo existe un modelo de familia, el suyo. Entienden que esa institución solo tiene un sentido, un único fin: la reproducción. Pues muy bien, procedan, por mi parte pueden disponer en la mesilla de noche de un hisopo con agua bendita para rociar el camisón antes de contaminarse con el pecaminoso e inevitable trámite previo, pero déjennos en paz a los demás. Alguien debería contarles que ese tipo de prácticas tan alejadas de la naturaleza humana acarrea infinidad de conflictos psíquicos que, por desgracia, pagamos nosotros cuando estos seres acceden a los despachos donde se dictan las leyes.
Esta reforma llamada Gallardón con la que pretenden aproximarnos a su modelo de mundo, el del “valle de lágrimas”, no es sólo un ataque a la mujer, a la que vapulean cada vez que pueden, porque como es sabido es la mala en su libro sagrado que, por cierto, es una mala recopilación de otros anteriores, donde sólo aparece una buena y en el anexo, que para poder ser madre de un dios humano tiene que distinguirse de las demás a través de una inmaculada concepción: todas las otras están contaminadas, desde la primera. Como decíamos, esta reforma no es sólo un ataque a la mujer, sino la consecuencia lógica de la represión sexual en la que viven.
Esta ley nunca se hubiera planteado si nos reprodujéramos por esporas, pero es, precisamente, el hecho de que el sexo intervenga en la cuestión el que nos hace merecedores de un castigo, si no divino, porque dios nunca se pronuncia, terrenal, penal, carcelario. Quieren aplicarnos por otra vía la penitencia que ellos se imponen en su precaria existencia que a todas luces les parece miserable, no se entiende de otra manera su permanente lucha contra la libertad. El que vive en “estado de gracia” siente compasión por los demás, no desarrolla un permanente deseo de venganza. No son creyentes, sólo practicantes de un modelo de rito social al que siempre perteneció la élite, el poder, el dinero.
Son plenamente conscientes de que si los demás pueden llevar una vida sin prejuicios, sin una conducta que regule sus pulsiones sexuales sino, al contrario, dando rienda suelta a sus deseos e incluso desarrollando técnicas sofisticadas que incrementen el placer del acto, eso que se ha dado en llamar erotismo, que es al sexo lo que la gastronomía a la ingesta, hacer las cosas con un poco de arte; si ellos, reprimidos de por vida en esa inversión al más allá en la que creen obtener dividendos ofreciendo su castidad al ser superior, invisible, pero que todo lo ve, dieran por bueno el uso de la libertad, vivirían con la plena conciencia de estar desperdiciando su existencia, porque carecen de fe. En esa burda representación de lo espiritual no creen ni ellos, y para paliar ese sentimiento de frustración nos convierten en pecadores a los demás y, en tanto tales, merecedores de castigo. Salen a la calle y se llaman “pro vida” mientras aplauden que se ahogue a los pobres en el mar porque creen amenazados su privilegios. Serían los primeros condenados en "El Juicio Final”. ¡Ojalá fuera cierta esa patraña!
No queremos su absolución. No queremos usar su derecho al perdón a través de la confesión. No queremos caer en sus perversiones, ni en la justificación y encubrimiento de sus comunidades pedófilas, que ustedes comprenden tan bien. Tampoco nos gusta ese entramado financiero criminal que se ha creado en el Vaticano y que a nadie parece importarle, al que su recién cesado secretario de Estado, el cardenal Tarsicio Bertone, definió en su salida como “nido de cuervos y víboras”: yo no me atrevería a tanto, pero no lo conozco por dentro como él.
Obsesos sexuales, eso es lo que son. Insanos, perversos, dementes.
No, señores reprimidos, no queremos vivir en su hipocresía, en su doble moral, en su crueldad, en su ánimo de venganza patológico.
Estamos aquí para vivir en libertad.
6 feb 2014
El ‘caso Gürtel’, que sí es el caso PP
Cómo Correa y su equipo encontraron en el Partido Popular de la época del aznarismo el terreno abonado para la corrupción en Génova, las comunidades y los Ayuntamientos
Se cumplen ahora cinco años de aquella mañana del 6 de febrero de 2009, en la que decenas de policías se desplegaron por la exclusiva urbanización gaditana de Sotogrande, por algunas calles del elegante barrio de Salamanca madrileño y por diversas poblaciones de los alrededores de la capital. El juez Baltasar Garzón había firmado las correspondientes órdenes de registro y detención y en la redada cayeron, entre otros, Francisco Correa y Pablo Crespo, los grandes jefes de una trama de corrupción que implicaba de arriba abajo al Partido Popular. Comenzaba a circular el caso Gürtel. Dicen quienes saben alemán que correa se traduce Leine; Gürtel sería cinturón. Solo matices. Cinco años más tarde, casi 200 imputados esperan juicio en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. La causa, gigantesca: más de 2.000 tomos.
Cuenta un juez de los que han intervenido en la instrucción del caso que lo que en una primera aproximación aparentaba ser cosa de cuatro amiguetes se ha convertido finalmente en la acusación más directa contra la transparencia en la financiación de un determinado partido político. Un segundo juez da un paso más allá, y reconoce que todas las piezas del rompecabezas encajaron en su sitio cuando vio que se enfrentaba, nítidamente, a los modos y maneras de unos individuos organizados para delinquir. Ante una banda de delincuentes.
No hay entre el caso Gürtel y el caso Bárcenas una separación nítida, porque la suciedad nunca tiene límites perfectamente definidos. El llamado caso Bárcenas es —por ahora— tan solo una pieza separada del caso Gürtel. El tesorero, aquel que señaló el pícaro Correa, está en la cárcel porque es uno de los principales imputados en Gürtel. Pero les decíamos que su propio caso ha alcanzado tal volumen de dinero y notoriedad pública que se merece otra serie. La tendrá. Porque ya el desarrollo de la Gürtel, sin el gran tesorero, tiene lo suyo.
Porque quisieron hacernos creer desde el Partido Popular que el caso Gürtel apenas si era la peripecia —mínima, por otra parte— de cuatro pícaros que se habían aprovechado de la buena fe y aún mejor nombre del partido. Llegó a decirlo, con una pomposidad digna de mejor causa, el propio Mariano Rajoy, en una comparecencia inolvidable en el discurrir de esta historia. Era el 11 de febrero de 2009 cuando el líder del PP aparecía ante la opinión pública rodeado de la plana mayor de su partido, incluidos los líderes regionales, en un acto colectivo de todos a una con el líder natural, más propio de una dictadura bananera que de una democracia consolidada. Pero daba perfecta cuenta de su enorme preocupación.
“Esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP”, clamó en una intervención que convendría leer con calma cinco años después para compararla con los hechos —hechos, repetimos— que la justicia ha ido probando uno a uno. Y en esa presunta trama el PP incluyó a jueces, fiscales y policías, todos ellos acusados de servil sometimiento a la vesania de los malvados Rubalcaba y Zapatero. ¡Cuánta mentira aquel día! Un repaso por aquella foto no deja de tener su interés.
Flanquean al líder Dolores de Cospedal y Ana Mato; detrás, Francisco Camps; a dos metros, Javier Arenas y Esperanza Aguirre; a tres, Rita Barberá, y a cuatro, Federico Trillo, a quien encargó en ese mismo acto, como todo el mundo pudo entender, que dirigiera la batalla contra ese juez osado que se había atrevido a mover las placenteras aguas de la copiosa financiación del partido: Baltasar Garzón era el objetivo, como el propio Rajoy dejó dicho con nombre y apellido. Todos estos circunspectos escoltas irán saliendo, de una forma u otra, en esta historia de corrupción y miserias. Porque a pesar de las palabras de Rajoy, el caso Gürtel sí es una trama del PP. Y lo es del partido a todos sus niveles: nacional —con la sede de Génova en el centro de la tempestad—, autonómico —Madrid y Valencia, aunque no solo— y, por supuesto, municipal: Arganda, Majadahonda, Pozuelo, Boadilla…
Y es que Gürtel —su equipo, su alineación— es inseparable del PP. Se adhiere a él como una segunda piel. No habría uno sin el otro. Siameses: trama Correa-cargos del PP. Y por eso, porque sí es una historia del PP, hay más de 70 excargos del partido imputados en las distintas causas, y por eso la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), de su propio Ministerio del Interior, en su informe definitivo del 30 de diciembre de 2013, señala hasta cinco veces que el Partido Popular se ha servido durante años y años de la trama Gürtel para financiar, entre otras cosas, sus actos electorales. Allí están las facturas y allí están los proveedores. ¿Todo era una maniobra contra el inocente PP?
Es cierto que este drama tiene un punto de fuga algo ridículo. Veremos aparecer a un atildado conseguidor con aires de gánster de la Ley Seca al que le gusta que le llamen don Vito, como a Marlon Brando en El Padrino. Está también El Bigotes, personaje más bien bufo que parece escapado de una película de Pajares y Esteso. Y precisamente de ahí, de Pajares, proviene. Hay, además, alguna mamachicho. Y están el Albondiguilla, el Gafitas, el Rata, la Perla, la Barbie y hasta un tal Luis, que parece ser que era un cabrón. Habrá, también, viajes de fantasía y relojes de lujo. Muchos, muchísimos relojes de lujo. Sin olvidarnos de que Correa y su socio, El Bigotes, se gastaron 481.000 euros en un espectáculo con —atentos— Marlene Morreau, Malena Gracia y Rosanna Walls. La obra, que se estrenó en Barcelona en 2005, duró exactamente tres días. Se titulaba, hay que verlo, Las corsarias.
Pero no nos dejemos engañar, porque también hay personajes de alto copete. Por ejemplo, el todopoderoso tesorero del partido, despacho a diez metros del de Rajoy, presidentes de comunidades autónomas, consejeros autonómicos, alcaldes, mandos del partido y dirigentes de todas las autonomías en las que gobernaba el PP, con lugar destacado para el que fuera secretario de organización del propio partido en Galicia. La nómina se engorda con flamantes empresarios, algún vicepresidente de petrolera, expertos en finanzas internacionales y abundantes amigos y familiares de aquel presidente que gobernó España de 1996 a 2004 que se llamaba José María Aznar. Hay, también, amplitud geográfica: Suiza, Miami, Nueva York, Panamá o Venezuela. Pero también mencionaremos las islas Vírgenes, Singapur o la Polinesia. Ya puestos, hasta aparecerá en esta historia un papa, Benedicto XVI, lluvia divina rápidamente transformada en euros para las arcas de aquella trama. Así que cuidado con que la anécdota nos tape lo fundamental: estamos ante un asunto gigantesco, un robo a mano armada de bienes públicos de una banda formada por puros atracadores con la connivencia de estirados neoliberales que echan pestes de lo público, pero que tanto gustan de echarse sus dineros a la faltriquera, que tanta falta les hacen para engordar cuentas en Suiza, lucir coches de lujo o llegarse en viajes de novios a islas exóticas y hoteles paradisiacos.
La solemne aparición de Rajoy aquel día en la sede del PP pretendía conjurar el peligro que todo el PP vio llegar, con la firma torrencial de Garzón. El juez, la Fiscalía Anticorrupción y la UDEF llevaban trabajando un par de años y empalmaba, ya lo veremos, con otro caso anterior, el de las cuentas del BBVA-Privanza. Los mortales habíamos descubierto unos días antes que había un señor que se llamaba Francisco Correa y que parecía ser el jefe de una cuadrilla de delincuententes, tal como los pinta Hollywood; su segundo se llamaba Pablo Crespo y aparentaba un mayor empaque en la figura. Pronto se vio que tanto uno como otro no es que estuvieran relacionados con el PP, no, es que estaban encarnados en él.
Las presiones a los policías
Este pasado mes de enero, los jueces Pablo Ruz (Madrid) y José Ceres (Valencia) han tenido que urgir con dureza a la policía a que acabara los informes que les han pedido para poder acabar la instrucción. El Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz y de Ignacio Cosidó se toma las cosas con calma, con excesiva calma, y ha retrasado hasta exasperar a los jueces la elaboración de esos informes, al parecer fundamentales para poder cerrar la causa. Y no han llegado hasta los magistrados porque las presiones sobre los funcionarios policiales que hacen su trabajo con rigor y honestidad no solo no han cesado, sino que se han agravado según se acercaba el final de la instrucción. En apenas 24 meses, Fernández y Cosidó han cambiado a los jefes policiales cuatro veces, a ver si así se encontraba la pieza deseada que acatara servilmente las órdenes precisas del ministro. Pero afortunadamente, los policías entienden que su labor se limita a investigar y decir la verdad.Logró el dicharachero agente de viajes codearse con todos los cargos más relevantes de la dirección del partido durante toda la década de los noventa. Se acercaba con frecuencia al mismísimo José María Aznar. Charlaba y negociaba con el todopoderoso gerente, Luis Bárcenas, tantos años en la sombra y quizá otros tantos a la sombra. De su mano hacía mangas y capirotes. O con los secretarios generales de la época, Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas. Chalaneaba con todos los cargos y dedicaba notables —y caros— cuidados hacia quienes tenían mano en las campañas electorales, como Jesús Sepúlveda, el marido de Ana Mato, o el secretario del gran jefe, Antonio Cámara. También tuvo tiempo para confraternizar, y mucho, con Alejandro Agag, que pronto sería el yerno de Aznar y Botella, tras ejercer de testigo en aquella desaforada ceremonia de El Escorial el 5 de noviembre de 2002, cuando el adusto y austero presidente del Gobierno perdió las vergüenzas y se transmutó en rumboso y pródigo dirigente. Volveremos a la Basílica en otra pieza. Se lo merece.
La primera factura es de 1993. Desde entonces, la trama llegó a facturar al partido más de 50 millones.
Unos cuantos números
-El caso Gürtel es el más voluminoso de todos cuantos se han visto en la Audiencia Nacional, incluido el 11-M, y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana tiene abiertas otras seis causas.-Se han sobrepasado los 2.000 tomos.
-Solo en el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional se han registrado más de 5.000 acontecimientos, 1.000 por año, 3 por día.
-Hay alrededor de 200 imputados.
-El PP tiene más de 70 cargos imputados.
-Se han cursado 147 comisiones rogatorias a 21 países. Solo a Suiza se han enviado 38, contando las ampliaciones.
En 2004, decíamos antes, la mala fama de los chicos de Correa y sus chanchullos en los Ayuntamientos ya ha trascendido a Génova. Quizá por inconsciencia o quizá por excesiva avaricia, habían tocado puntos neurálgicos que deberían haber dejado quietos. Como Majadahonda, donde reinaba el todopoderoso Ricardo Romero de Tejada, exalcalde y secretario regional del partido. Tampoco Luis Bárcenas necesitaba de sus servicios, que por entonces volaba hacia destinos más sustanciosos y de nivel muy superior. Ya habían hecho también sus negocios con AENA cuando Álvarez-Cascos era ministro de Fomento. Así que la trama se centra con fuerza en la Comunidad de Madrid y en Valencia. En el reino de Esperanza Aguirre se cuenta con la inestimable colaboración de Alberto López Viejo, consejero y ayudante de campo de la presidenta, por mucho que —ahora, en diciembre— insistiera la lideresa ante el juez que no era su hombre de confianza. El Bigotes despliega toda su batería de encantos en la Comunidad Valenciana y organiza todo un espectáculo de brillante colorido: chalé en La Nucía (Alicante) y piso de lujo en la capital, motos espectaculares, chaquetas y chaquetillas a medida, manos largas para el regalo y frases dulzonas para la adulación a cursis redomados y señoras educadísimas. Se trafica con marquesinas y carpas, pero también con el pabellón de Fitur o la visita del Papa en 2006, y para ello se cuenta con la inestimable colaboración de la dirección de Canal 9, hoy cerrada, víctima de sus muchas miserias. Pero Orange Market se dedica, sobre todo, a hacer lo que en Madrid habían hecho durante años. Obras verdaderas y falsas, y facturas verdaderas y falsas. Más lo segundo que lo primero. Financiación ilegal del PP, dicen las causas que hay abiertas en Valencia.
Se cuenta con la inestimable colaboración de la dirección de Canal 9, hoy cerrada, víctima de sus muchas miserias.
Pero en el PP no contaban con la independencia de algunos o algunas fiscales anticorrupción, en la Audiencia Nacional y en Valencia, así como el arrojo de algunos jueces que han seguido adelante con el caso en Madrid y en Valencia —Garzón, Pedreira, Ruz, Flors, Ceres— a pesar de las dificultades y las zancadillas, con una investigación tan compleja como esta. Se avanza renqueando y a rastras, pero se avanza. Al esfuerzo y valor de quien acabamos de citar debemos agradecérselo. El sistema democrático funciona gracias a ellos.
Fiebre de rascacielos
De Nueva York a Singapur, edificios de diseño y dimensiones imponentes que son auténticas ciudades verticales
Son iconos del mundo contemporáneo (junto a aviones y autopistas), y
también símbolos de arrogancia y poder. Pese a la mala reputación de los
rascacielos, fijada en la memoria colectiva con la catástrofe de las
Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, su auge resulta imparable,
tal vez en aras de una “grandeur macho cívica” (en expresión
del crítico Martin Filler). Solo en 2013, se construyeron 73 de más de
200 metros. Hay más de 200 solo en China. Y en 2019 está previsto que se
concluya el más alto del mundo, en Yeda (Arabia Saudí), de más de un
kilómetro de altura, obra de Adrian Smith junto a sus socios de Gordon Gill Architecture.
Smith ya firmó el proyecto del que es por ahora el edificio récord de
altura, Burj Khalifa, en Dubái, de 828 metros. Entonces trabajaba para Skidmore, Owings & Merrill (SOM),
el gigantesco estudio de Chicago que también ha levantado el
rascacielos que sustituye a las Torres Gemelas. SOM firma además, a
veces con gestos repetidos, varios de los proyectos recientes más
espectaculares (desde la contorsionista Torre Cayan de Dubái, de 307
metros, hasta el proyecto recién anunciado en Yakarta, Indonesia, de un
rascacielos de más de 500 metros rematado por una apertura que recogerá
la energía del viento).
Fuerza, negocios a nivel global, visión creativa, liderazgo cultural. Son palabras empleadas por Smith, nacido en Chicago, para hablar de su desbordante proyecto en Yeda. Y en Londres, el italiano Renzo Piano ha levantando The Shard, uno de los últimos rascacielos más fascinantes. Piano, consciente de las negativas asociaciones de estos colosos con el dinero, el dominio y la falta de equidad en el mundo (por no hablar de su vulnerabilidad), se inclina por las facetas técnicas y poéticas para resultar convincente. Por un lado, la creciente seguridad que impediría una catástrofe. Por otro, la eficiencia energética con el consecuente ahorro. Finalmente, el enorme avance en la tecnología estructural y de los cristales, que convierte el empeño constructivo en un sinónimo de transparencia, metamorfosis, sombras, colores y tensión. La sutileza de la tecnología (rascacielos de madera, fachadas cinéticas...) anuncia el declive de las edificaciones de espejo o tintadas al estilo del feo rascacielos moscovita que acaba de conseguir el récord europeo de altura. Frente a semejantes “meteoritos masivos de cristal”, en palabras de Piano, que crecen en Rusia, China y muchas ciudades de América, brillan los rascacielos que aspiran sencillamente a lograr una arquitectura de la ligereza, y de la luz y la energía moduladas.
Entre tanto Dubái ha convertido sus 828 metros, sus más de 160 pisos, los 26.000 paneles de cristal que reflejan inmisericordes el sol del desierto y el medio millón de toneladas de peso en el símbolo nacional y orgullo turístico que andaba buscando la megalópolis de nuevo cuño y, sobre todo, su omnipresente alteza, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktum, vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y primer ministro de Dúbai, cuya dialéctica de superación algo naif da la bienvenida a los visitantes del monumento: “La palabra imposible no figura en el diccionario del líder. No importa cuán grandes sean los desafíos; la determinación será suficiente para superarlos”. Ante los 57 ascensores que conducen a la plataforma panóptica reservada a los turistas, situada en el piso 124, cabe pensar que el jeque quizá pretendía advertir sobre las dificultades implícitas en la visita: puede resultar un tanto lioso llegar al corazón del Dubai Mall, uno de esos centros comerciales que rigen la vida local. Desde allí se accede a la atracción. Y conviene traer los deberes hechos. Adquirir previamente la entrada no solo garantiza la experiencia, también la abarata: un billete comprado con antelación cuesta en torno a 25 euros. Los visitantes de urgencia pagan 80.
Una vez arriba, más allá de las 39 plantas del hotel Armani y los 700 apartamentos de lujo, aguardan las vistas sobre la fuente más grande del mundo (que ofrece un espectáculo algo mustio de agua y música) y una tienda de souvenirs con todas las aplicaciones posibles del diseño del edificio, proyecto de Skidmore, Owings & Merrill, bautizado en honor al emir de Abu Dabi y cuya planta se inspira en una flor local de seis pétalos. Además, solo desde las alturas es posible hacerse una idea del milagro económico de Dubái, una ciudad arrebatada literalmente al desierto.
Fuerza, negocios a nivel global, visión creativa, liderazgo cultural. Son palabras empleadas por Smith, nacido en Chicago, para hablar de su desbordante proyecto en Yeda. Y en Londres, el italiano Renzo Piano ha levantando The Shard, uno de los últimos rascacielos más fascinantes. Piano, consciente de las negativas asociaciones de estos colosos con el dinero, el dominio y la falta de equidad en el mundo (por no hablar de su vulnerabilidad), se inclina por las facetas técnicas y poéticas para resultar convincente. Por un lado, la creciente seguridad que impediría una catástrofe. Por otro, la eficiencia energética con el consecuente ahorro. Finalmente, el enorme avance en la tecnología estructural y de los cristales, que convierte el empeño constructivo en un sinónimo de transparencia, metamorfosis, sombras, colores y tensión. La sutileza de la tecnología (rascacielos de madera, fachadas cinéticas...) anuncia el declive de las edificaciones de espejo o tintadas al estilo del feo rascacielos moscovita que acaba de conseguir el récord europeo de altura. Frente a semejantes “meteoritos masivos de cristal”, en palabras de Piano, que crecen en Rusia, China y muchas ciudades de América, brillan los rascacielos que aspiran sencillamente a lograr una arquitectura de la ligereza, y de la luz y la energía moduladas.
LA ESQUIRLA LONDINENSE
The Shard, Londres / Renzo Piano
Inaugurado el 5 de julio de 2012 (y el edificio más alto de Europa,
de 310 metros, hasta que en noviembre de 2012 se completó la estructura
de la torre Mercury City en Moscú, de 339), The Shard (La Esquirla) (oficialmente London Bridge Tower) es un rascacielos de oficinas, hotel y viviendas construido por el arquitecto genovés Renzo Piano
en Londres. Aprovechándose de los enormes progresos en la tecnología
del vidrio, Piano se ha servido de dobles y triples capas con bajo
contenido en hierro (también llamado vidrio blanco extra) para levantar
una torre de cristalina transparencia. Entre las capas de vidrio de
determinadas partes ha colocado lamellas (persianas venecianas)
para jugar con la luz y el calor. También la reutilización del aire que
corre por las paredes acristaladas contribuye a la eficiencia
energética. “La única manera de hacer algo elegante era no llenar el
cielo”, declaró Piano en una entrevista con la revista digital de
arquitectura Dezeen. De ahí la forma, que recuerda a una
esquirla de un cristal roto. Criticada por algunos comentaristas por su
brutal impacto en una ciudad caracterizada por un extendido urbanismo de
edificios de baja altura, The Shard logra transmitir, sin embargo, el
amor al oficio y la pulcritud del arquitecto italiano, quien ha dicho
que buscó en las alturas intensidad y sutileza, y también “respirar aire
fresco”.UN PODIO QUE VUELA
Bolsa de Shenzhen, China / Rem Koolhaas
¿Qué es lo que hace de este rascacielos algo tan especial? David Gianotten, socio de Rem Koolhaas en el estudio de Rotterdam OMA,
lo ha explicado muy claramente: “El simple gesto de elevar el podio
consigue que una tipología genérica logre trascender hasta convertirse
en una indagación innovadora”. La Bolsa de Shenzhen
es el segundo edificio de Rem Koolhaas en China (tras la sede de la
televisión central en Pekín). En el proceso de su construcción
participaron 75 arquitectos. La estructura suspendida, con su entramado
en zigzag, crea una plaza pública abajo y un jardín arriba. Esta
estructura alberga las salas de la Bolsa y subraya con elegancia la
trama de ventanas cuadradas de las fachadas de la torre de 250 metros.A VUELTAS CON LA ANTENA
One World Trade Center, Nueva York / David Childs (SOM)
La polémica sobre si cuenta o no la antena para declarar el edificio
el más alto de Estados Unidos no logra ocultar la limitada ambición de
la torre de David Childs (del estudio Skidmore, Owings & Merrill),
erigida en el lugar que ocupaban las destruidas Torres Gemelas tras el
atentado del 11 de septiembre de 2001. El rocambolesco y deprimente
proceso, impropio de una ciudad como Nueva York, que llevó a que Childs
suplantara a Daniel Libeskind (que a su vez había ganado con un proyecto
no excesivamente brillante), se puede seguir en el libro de Martin
Filler La arquitectura moderna y sus creadores (editado por Alba). La torre One World Trade Center
figura ya como el edificio más alto de América (incluida la antena de
124 metros), con 104 pisos y 541 metros (417 metros sin contar la
antena, la misma altura que la azotea de la torre norte de las
desaparecidas Torres Gemelas).CELOSÍA ISLÁMICA EN DOHA
Doha Tower, Qatar / Jean Nouvel
Completada en 2012, la Doha Tower, construcción del francés Jean Nouvel,
de 232 metros y 46 pisos, se alza en la zona de West Bay, en Doha
(Qatar). Continuación, estéticamente, de la Torre Agbar de Barcelona, el
cilíndrico edificio de Doha está construido enteramente con una trama
diagonal de hormigón armado. Recubierto de vidrio, a unos dos metros del
muro cortina se coloca la trabajada celosía metálica que funciona como brise-soleil (parasol) y responde a un patrón decorativo (mashrabiya)
de la tradición musulmana. Esta vistosa pantalla exterior se ilumina en
oro y plata en busca de espectaculares efectos en la noche del Golfo.MARILYN MONROE CAMINANDO
Absolute Towers, Mississauga (Canadá) / MAD Architects
Los habitantes de Mississauga, ciudad satélite de Toronto en el
Estado de Ontario (Canadá), bautizaron como Marilyn Monroe la primera de
las dos torres construidas que se contonean como un reloj de arena en
el complejo de cinco edificios Absolute Towers, obra del estudio de Pekín MAD Architects.
Los dos edificios curvados (el segundo, más ancho en la cintura que el
primero) fueron construidos entre 2007 y 2012 y han recibido diversos
premios a construcciones en altura. El primero tiene 56 pisos y mide 170
metros, y el segundo, 50 pisos y 150 metros. Proyectados como edificios
residenciales de cristal, acero y hormigón, los apartamentos destacan
por las formas ovaladas en su interior.BIENVENIDO A MANHATTAN
8 de Spruce Street, Nueva York / Frank Gehry
Pocos edificios han sido recibidos con semejante entusiasmo en Nueva
York. Una ciudad que revive tras años de vulgares promotores del estilo
de Donald Trump o de bizantinas luchas que se resumen en el insípido
rascacielos de David Chids que sustituye a las Torres Gemelas. El
edificio de apartamentos de Frank Gehry fue saludado por el crítico de The New York Times
Nicolai Ouroussoff (en febrero de 2011) como “el mejor rascacielos
erigido en Nueva York desde que hace 46 años se levantó el edificio de
la CBS de Eero Saarinen”. Para el crítico, esta torre en el número 8 de
Spruce Street, con sus 76 pisos el más alto edificio residencial en la
historia de la ciudad (265 metros), puede verse como “el punto de
inflexión entre la era moderna y la digital”. Frank Gehry acaba de ganar
el concurso para construir el que será el edificio más alto de Berlín,
una torre de apartamentos de 150 metros, que se unirá a un impactante
trío de torres en su ciudad natal, Toronto (Canadá).EL RÉCORD EUROPEO
Mercury City, Moscú / Mikhail Posokhin
Con su vulgar fachada anaranjada y su anacrónico diseño comercial, el
rascacielos Mercury City, de 339 metros y completada su estructura a
finales de 2012 en Moscú, se ha convertido en el edificio más alto de
Europa tras superar a The Shard (La Esquirla), de 310 metros, la torre
que Renzo Piano proyectó en Londres. Obra del arquitecto ruso Mikhail
Posokhin, en colaboración con el fallecido arquitecto norteamericano
Frank Williams, el Mercury City se une al grupo de cinco edificios rusos
que se encuentran entre los 10 más altos de Europa.UNA SUAVE MARQUESINA
KK 100, Shenzhen (China) / Farrells
Un ejemplo en China. El acabado curvo de la torre KK100
en Shenzhen, la décima más alta del mundo con sus 442 metros, dialoga
con la marquesina también curva que se abre en la base como entrada a
este centro de negocios de 100 pisos de altura. En las 25 últimas
plantas hay un hotel. Obra de la firma británica Farrells,
creada en 1980 por Terry Farrell, el edificio será desbancado pronto en
altura en la misma ciudad por el centro Ping An, de 648 metros. Y en
Shanghái se está terminando ahora otro gigante, la Torre Shanghái, de
632 metros.COLUMNA EN FORMA DE HUSO
Zhengzhou Greenland Plaza (China) / SOM
Concebida como “una columna clásica”, según ha comentado Ross Wimer, el director de proyectos de la firma estadounidense Skidmore, Owings & Merrill (SOM),
la torre Zhengzhou Greenland Plaza, situada en Zhengzhou (Henan,
China), se ahúsa a medida que crece. Mide 280 metros y tiene 60 pisos.
En la cúspide, un heliostato juega con la luz y la filtra sobre el atrio
del hotel que ocupa las plantas superiores (abajo hay oficinas). La
naturaleza metálica y acristalada del edificio varía según la proximidad
o lejanía del observador. El muro cortina tiene adherido, a uno o dos
metros de los vidrios, una estructura ligera de aluminio pintado cuya
trama protectora se compone de escamas que ocupan entre tres y cinco
pisos de altura (esta disposición facilita la labor de los
limpiacristales). El rascacielos sigue la pauta circular de las torres
de la Marina City de Bertrand Goldberg en Chicago, el Pepinillo de
Foster en Londres o la Torre Agbar de Jean Nouvel en Barcelona. La
iluminación cambiante del edificio cuando llega la noche se refleja en
el agua con un efecto espectacular. Zhengzhou es una urbe de casi nueve
millones de habitantes a orillas del río Amarillo.COLUMNA VERTEBRAL RESIDENCIAL
Ardmore Residence, Singapur (UNStudio)
Los detalles de diseño a modo de texturas orgánicas (una torre ósea),
entretejidos con elementos estructurales, conforman el bloque de 36
pisos y 135 metros de altura que el arquitecto holandés Ben van Berkel y
su equipo de UNStudio han levantado en Singapur (2006-2013) Ardmore Residence
(7, Ardmore Park), cercana al distrito de compras de Orchard Road,
sorprende por su fachada de redondeados paneles de hormigón
prefabricado, “que trabaja al unísono con la disposición de los
apartamentos, garantizando tanto abundante luz natural a los espacios
residenciales como vistas panorámicas de Singapur”, en palabras de Van
Berkel.EL GIGANTE MÁS ALTO DEL MUNDO
Iker Seisdedos
Burj Khalifa, Dubái
Skidmore, Owings & Merrill (SOM)
Bien mirado, Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo, es el monumento definitivo a la melancolía; como sucedió con las torres Petronas de Kuala Lumpur (reinas entre 1998 y 2003) y el complejo Taipei 101 (2003-2010), antes o después vendrá alguien con suficientes dotes para la megalomanía (azerbaiyanos, kuwaitíes, saudíes o chinos, poco importa), construirá una estructura más alta y le arrebatará los honores.Entre tanto Dubái ha convertido sus 828 metros, sus más de 160 pisos, los 26.000 paneles de cristal que reflejan inmisericordes el sol del desierto y el medio millón de toneladas de peso en el símbolo nacional y orgullo turístico que andaba buscando la megalópolis de nuevo cuño y, sobre todo, su omnipresente alteza, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktum, vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y primer ministro de Dúbai, cuya dialéctica de superación algo naif da la bienvenida a los visitantes del monumento: “La palabra imposible no figura en el diccionario del líder. No importa cuán grandes sean los desafíos; la determinación será suficiente para superarlos”. Ante los 57 ascensores que conducen a la plataforma panóptica reservada a los turistas, situada en el piso 124, cabe pensar que el jeque quizá pretendía advertir sobre las dificultades implícitas en la visita: puede resultar un tanto lioso llegar al corazón del Dubai Mall, uno de esos centros comerciales que rigen la vida local. Desde allí se accede a la atracción. Y conviene traer los deberes hechos. Adquirir previamente la entrada no solo garantiza la experiencia, también la abarata: un billete comprado con antelación cuesta en torno a 25 euros. Los visitantes de urgencia pagan 80.
Una vez arriba, más allá de las 39 plantas del hotel Armani y los 700 apartamentos de lujo, aguardan las vistas sobre la fuente más grande del mundo (que ofrece un espectáculo algo mustio de agua y música) y una tienda de souvenirs con todas las aplicaciones posibles del diseño del edificio, proyecto de Skidmore, Owings & Merrill, bautizado en honor al emir de Abu Dabi y cuya planta se inspira en una flor local de seis pétalos. Además, solo desde las alturas es posible hacerse una idea del milagro económico de Dubái, una ciudad arrebatada literalmente al desierto.
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