Sujeto: Partido Popular (alias PP).
Fecha de nacimiento: 1989.
Cuadro clínico general: cleptomanía, depresión
acompañada de episodios histéricos de euforia, pérdida del principio de
realidad, bulimia financiera, terrores diurnos, trastorno lingüístico
(disfasia, xenoglosia y farfulleo).
Historial
El Partido Popular nace de los estertores del franquismo, en octubre de
1976, bajo el nombre de Alianza Popular. El hecho de que tenga siete
padres (los llamados siete magníficos) no facilita un proceso educativo
normal. Su medio familiar se ve profundamente alterado con la llegada de
las primeras elecciones democráticas. Sufre rechazo en las urnas en
1977 y pasa una adolescencia complicada, generándose una tensión
permanente con el electorado español. En 1989 atraviesa una crisis aguda
de personalidad, de ruptura con los siete padres, que se salda con un
cambio de nombre y con la entrada en la edad adulta. En esos años, el
partido se deja bigote. Aunque modifica su aspecto externo, mantiene las
prácticas viciosas que provenían de la infancia. Opera con fuerza el
principio de represión, que oculta ante el Yo los deseos subconscientes
de búsqueda compulsiva de dinero, financiación ilegal, creación de un sistema de contabilidad paralela, etc.
Estos elementos reprimidos terminan somatizándose años después en forma
de abscesos barcénicos, disfasia e incluso xenoglosia (habla en lenguas
desconocidas), tal y como queda de manifiesto en el discurso de Doña
María Dolores de Cospedal sobre la indemnización simulada y en diferido
del señor Bárcenas.
El paciente lleva una vida relativamente normal entre 1996 y 2000, pero el estrés de la mayoría absoluta rompe su equilibrio emocional.
Si bien en esos años es capaz de atraer a los mejores intelectuales del
país, a los que abduce en un frente maniaco contra los nacionalismos
periféricos, el grueso de la ciudadanía reacciona con ira ante los
primeros episodios de desfiguración de la realidad por parte del PP
(caso Prestige, guerra de Irak, etc.). No obstante, la crisis más
profunda se produce tras el atentado del 11-M, cuando se aprecian claros
elementos delirantes y paranoides.
La victoria en 2011 hacía presagiar una vuelta a la
normalidad psíquica, pero la dureza de la legislatura ha acabado
reproduciendo las más alarmantes alteraciones de personalidad en su
seno.
Alteración conductual: aplauso improcedente
El PP muestra una alteración profunda en la práctica del aplauso.
A nuestro juicio, este comportamiento, que nunca ha sido observado en
ningún otro paciente a lo largo de la historia clínica, pertenece a la
familia de los actos fallidos (Fehlleistung, parapraxis), en los que el inconsciente traiciona al sujeto obligándole a hacer justo lo contrario de lo que se proponía.
El primer caso observado de aplauso improcedente tiene lugar en marzo de
2003, cuando los diputados del grupo parlamentario popular se ponen en
pie y celebran con aplausos y jolgorio la decisión de que España participe en la guerra de Irak,
a la que se oponía el 90% de la sociedad española. Cabe mencionar que
el PP pudo haberse inspirado en el episodio protagonizado por los
dirigentes del PSOE cuando acudieron a la cárcel de Guadalajara para
aplaudir y vitorear a Don José Barrionuevo y Don Rafael Vera en el
momento de su ingreso en prisión.
En la presente legislatura, el primer trastorno de aplauso se detecta
con motivo del anuncio realizado por el presidente del Gobierno de los mayores recortes sociales de la historia de la democracia
en julio de 2012. Los diputados del PP, puestos de pie, mantienen una
ovación cerrada durante casi un minuto, como si Don Mariano Rajoy
hubiera hecho una hazaña histórica (véase aquí).
Aquel fue el mismo pleno en el que Doña Andrea Fabra, contagiada por el
entusiasmo de sus compañeros, profirió el grito “¡Que se jodan!”,
destinado a los parados que sufrían un recorte en el subsidio de
desempleo.
El fenómeno inverso al del aplauso a destiempo se detecta en el abucheo
improcedente: así ocurrió recientemente con los gritos con que fueron
recibidas por la bancada popular las palabras de Don Pedro Sánchez sobre
pobreza infantil. Varios diputados utilizaron expresiones sarcásticas,
como "¡ooooh!", haciendo burla de los niños que pasan hambre en España (véase aquí).
La patología del aplauso improcedente se reproduce en parlamentos
menores. Recientemente, los diputados del PP de la asamblea de la
Comunidad de Madrid aplaudieron largamente al consejero de Sanidad,
Don Javier Rodríguez, por sus declaraciones sobre Doña Teresa Romero,
la enfermera contagiada de ébola (véase aquí). Este vídeo resulta
especialmente interesante, pues el periodista Don Gonzo preguntó a los
diputados por las razones de su aplauso, demostrando con claridad que se
trataba de un acto fallido: ninguno de ellos fue capaz de dar cuenta de
sus actos.
Fuera de parlamentos también se manifiesta el problema, quizá en grado
aún mayor. El episodio más grave hasta la fecha de la patología aquí
descrita tuvo lugar en la convención del Partido Popular sobre
Estabilidad y Buen Gobierno, que tuvo lugar en Extremadura. Dicha
convención se celebró a la vez que se destapaban los vuelos de Don José
Antonio Monago a Tenerife, a visitar a Doña Olga María Henao, pagados a
costa del erario público y disfrazados de viajes de trabajo. Toda la cúpula del PP aplaudió a rabiar al señor Monago,
a quien se presentó como un paladín en la lucha contra la corrupción,
emocionando al susodicho, quien rompió a llorar ante el apoyo
inquebrantable de su partido (véase aquí).
Las palabras de aliento y apoyo del presidente del partido,
Don Mariano Rajoy, a Don José Antonio Monago son otra manifestación
sintomática del mismo acto fallido que da lugar al aplauso
improcedente. Debe recordarse que Don Mariano ya hizo declaraciones muy
similares a propósito de dirigentes del PP que posteriormente fueros
imputados o condenados por la Justicia: Don Jaume Matas ("Vamos a
intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en
Baleares", dijo en 2004), Don Francisco Camps ("Yo creo en ti. Y estaré
detrás de ti, delante o al lado, me da igual", 2009), Don Luis Bárcenas
(mediante SMS, “Luis, sé fuerte”, 2013) e incluso Don Carlos Fabra, el
papá de Doña Andrea (“Fabra es un ciudadano y un político ejemplar”,
2008).
Diagnóstico
Algunos analistas han considerado que el aplauso improcedente podría
formar parte de un complejo narcisista no superado. A nuestro juicio,
ese punto de vista es equivocado. El aplauso, que ya se observa en
algunas especies superiores de simios, debe interpretarse en el caso que
nos ocupa como una descarga de energía orientada a acallar un
comportamiento que es desaprobado por el Yo consciente. El aplauso
improcedente de los diputados del PPes un fenómeno dominado por el
instinto del Tanatos: sólo se observa en la historia del PP cuando su
supervivencia electoral está en cuestión. El Ello del Partido Popular
fuerza el aplauso a decisiones que llevan al paciente al suicidio
político. Cuanto más perjudicial para sus propios intereses es la
decisión que se toma, más fuerte y cerrada resulta la ovación del
Partido Popular.
Terapia
No hay precedentes en la terapia de esta psicopatología política. Como
tratamiento en el corto plazo, se recomienda a los diputados del Partido
Popular que acudan al Parlamento de la nación (y a los actos del
partido) con guantes de boxeo, manoplas u otros adminículos que
silencien el sonido que producen las manos al chocar entre sí. No
obstante, si se desea erradicar por completo la pulsión de aplaudir en
el momento más inoportuno, el paciente debería someterse a una cura de
desintoxicación: tras examinar el caso en profundidad, creemos que el paciente debe permanecer alejado del poder durante los próximos 74 años.
Tarifa
Según lo acordado entre este gabinete psicológico y el paciente, el
presente informe se facturará sin IVA y se pagará con dinero procedente
de la caja b del Partido Popular. Por el descuento del IVA, se ha he
rebajado el coste de hora de trabajo de 400 a 375 euros. Teniendo en
cuenta que se han invertido 246 horas, el PP adeuda a este gabinete la
cantidad de 92.250 euros. El tratamiento específico de la disfasia de la
señora Secretaria General, Doña María Dolores de Cospedal, sobre el
finiquito de Bárcenas, es cortesía de este gabinete.
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