11 ago 2015

La energía polaca


Lodz, la ciudad que fascinó a David Lynch (allí rodó escenas de ‘Inland Empire’); Varsovia y su Museo del Neón y Cracovia y su cuidado centro histórico. Tres miradas a Polonia

El Museo del Neón, en Varsovia.
El Museo del Neón, en Varsovia.
Si alguien pusiera a tender Europa tras la lluvia, seguramente la cogería por los extremos de España y Polonia para prenderla con pinzas. Están en esquinas opuestas del continente, pero detrás de las diferencias evidentes de clima (físico y moral) el español recién llegado no tarda en sacar parecidos a su historia y su geografía: grandes distancias y brechas culturales entre sus capitales aceleradas y sus zonas rurales, identidad nacional tormentosa y cuestionada, un siglo XX traumático de guerras y largas dictaduras, vecinos poderosos marcando el paso, un pasado católico muy presente (y pesante), un complejo colectivo de periferia y retraso crónico respecto a la modernidad europea durante siglos.
El Museo Tadeusz Kantor de Cracovia.
El Museo Tadeusz Kantor de Cracovia (Cricoteca).
Allá como acá los intelectuales y los artistas trataron de poner en hora el reloj nacional con un europeísmo convencido, adoptando con furor de conversos los manifiestos y modas de las vanguardias de los países “centrales”: Berlín y París marcaban la ruta, sí, pero en ambos países, agobiados por la sensación de tiempo perdido, se dieron variantes interesantísimas de ebullición cultural en cuanto la política lo permitía. Las grandes ciudades de Polonia conservan museos, centros de arte y colecciones de primera categoría para recordarlo. La prosperidad económica desde los noventa ha traído también remodelaciones, nuevas sedes y reciclajes de su arqueología industrial, y harían falta muchas semanas para agotar la oferta de un país decidido a volver al mapa europeo por la puerta grande.
Porque los polacos, perpetuo relleno del sándwich entre Alemania y Rusia, pronto entendieron que el arte y la cultura no eran lujos: eran también y sobre todo herramientas para conservar su memoria histórica y transmitir una identidad siempre amenazada. Ahí acaban las diferencias con España: quien visita el país se queda impresionado con la veneración nacional y pública (pero también de cualquier ciudadano de a pie) por sus compositores, sus poetas, sus pintores.

LODZ

El complejo de ocio Manufaktura, en Lodz (Polonia).
El complejo de ocio Manufaktura, en Lodz. / T. E. White
En España no se abrió ningún museo de arte contemporáneo hasta los años sesenta; en Polonia la ciudad de Lodz luce ufana el primer museo de arte moderno que se abrió en Europa y segundo del mundo, tras el MoMA. El Museo Sztuki abrió en 1930 a iniciativa de artistas polacos que recolectaron donaciones de sus colegas europeos: a medio camino entre Rusia y Europa Occidental, la colección original es un catálogo apabullante de los grandes movimientos de vanguardia en todo el continente. La sede original, el MS1, conserva además una reconstrucción de la legendaria Habitación Neoplástica, diseñada especialmente entonces para mostrar en un entorno adecuadamente moderno las obras más audaces de la época.
Lodz tenía un microclima cultural favorable para esos experimentos: fue durante todo el XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial una ciudad riquísima donde se establecieron muchos magnates de la industria textil, alemanes y rusos que empezaban de cero, se hacían de oro y estaban abiertos a las novedades técnicas y culturales que les habían permitido hacer fortuna.
La excursión corta en tren desde Varsovia merece la pena, porque su urbanismo peculiar la convierte en una de las ciudades más extrañas e interesantes de Europa. Aquellos proto-capitalistas, con espíritu de buenos tenderos, no querían quitar ojo a su negocio: cada uno construyó su inmenso palacio lleno de balaustradas y mansardas, a cual más ostentoso, justo al pie de sus fábricas inmensas de ladrillo (algunas figuran entre los ejemplares de arqueología industrial más hermosos del XIX), y las “villas obreras” con las casas, escuelas, economatos y clubes para los trabajadores.
El bistró Tari Bari, en Lodz (Polonia).
El bistró Tari Bari, en Lodz.
Era el ambiente sociológico potencialmente explosivo de una ciudad que mezclaba en la misma manzana el lujo ingenuo de los nuevos ricos, miserables barracones para los pobres y fábricas insalubres, todo en una Babel de ruso, polaco, alemán, francés y yíddish. La familia judía Poznánski construyó uno de los complejos más impresionantes, una verdadera ciudad dentro de la ciudad que se ha restaurado y se llama ahora Manufaktura: alberga el MS2, la segunda sede del Museo Sztuki, con su fabulosa colección permanente; y tiendas, restaurantes, hoteles y el palacio del fundador, descomunal e inacabable como una pesadilla construida con todo lo que el dinero de la época podía comprar.
Lodz (pronúnciese Wúch, o al menos inténtese) tiene aires de ciudad del Lejano Oeste (Este, en este caso) y creció de la nada a lo largo de su inacabable calle principal, Piotrokowska. Es un museo al aire libre de arquitectura europea fin de siglo, ecléctica, Sezession, racionalista, y a la vuelta de una de sus esquinas sigue abierto el famoso Hotel Savoy que dio título a la novela de Joseph Roth: lectura muy recomendable para quien quiera imaginar mejor el ambiente sórdido y próspero y el batiburrillo de lenguas y costumbres de antes de la guerra.
Mapas de Polonia, Varsovia, Cracovia y Lodz.
Mapas de Polonia, Varsovia, Cracovia y Lodz. / Javier Belloso
La posguerra, el comunismo y la globalización acabaron con su industria y su brillo, y sólo alguno de los palacios de los oligarcas se salvó de la ruina: entre ellos, el que ocupa la famosísima Escuela de Cine donde estudiaron los grandes directores polacos de posguerra, Polanski, Wajda o Kieszlowski. Ahora la idea es reciclar su pasado obrero como imán turístico: se restauran sus fábricas en complejos que explotan el chic industrial, como OFF Piotrokowska, con sus barracones de ladrillo reconvertidos en tiendas de diseño y barberías ultra-hipster, o el EC1, una gigantesca central térmica en plena reconversión cultural que va camino de autoproclamarse, si la acaban y consiguen llenarla, una especie de Tate Gallery multiusos de la nueva Polonia.

VARSOVIA

Un luminoso en el Museo del Neón de Varsovia.
Un luminoso en el Museo del Neón de Varsovia.   / Scanrail
A poco más de una hora en tren, Varsovia muestra la enésima de sus reencarnaciones como acelerada meca capitalista tras un par de siglos convulsos en que perdió y ganó el rango de capital de un país independiente, rivalizó con Cracovia y acabó arrasada en más del 60% tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora florecen los rascacielos pretenciosos en pleno centro, los bloques socialistas se barnizan del glamour soviet-chic de restaurantes de caviar y tiendas de lujo, y la gente guapa local se cita en la estilosa plaza Zbawiciela, que luce un gran arcoíris en su centro como mensaje de que también las cosas cambian en la ultracatólica Polonia.
Los turistas, por su parte, abarrotan las terrazas del centro histórico: ya se sabe que se reconstruyó milimétricamente tras la guerra, gracias al esfuerzo popular de los vecinos que no quisieron renunciar a sus recuerdos y su identidad urbana colectiva. En una noche tibia de verano, paseando por sus calles, uno tiene a ratos la impresión de haber viajado en el tiempo y estar en una ciudad llena de dulzura de vivir donde nada malo hubiera pasado.
Pero sí pasó, y mucho: si uno baja la vista y se fija en las aceras, encuentra a trechos los adoquines inscritos que marcan los límites del infame gueto de Varsovia, uno de los más grandes de Europa, que los nazis liquidaron en 1944 en su obsesión por lograr una ciudad judenrein (limpia de judíos).
El casco histórico de Varsovia, capital de Polonia.
El casco histórico de Varsovia, capital polaca. / Sonia Szóstak
Fue poco antes de acabar la guerra y de que el levantamiento general de la ciudad llevara a su destrucción casi total antes de la liberación soviética: son famosas las fotografías del puente de madera improvisado que comunicaba el Gran Gueto con el Pequeño Gueto sobre una de las calles de Varsovia y permitía pasar de uno a otro a los judíos prisioneros sin mezclarse con el tráfico diario de la ciudad. Al lado de donde se levantó, en un estrechísimo solar de menos de un metro de ancho entre dos casas que casi la aplastan, se encuentra la Casa Etgar Keret, una obra maestra, casi conceptual, de la arquitectura polaca contemporánea que ha ganado mil premios y sirve de memorial a los antepasados polacos del escritor israelí, que fueron prisioneros del gueto. Ahora funciona como residencia para escritores y centro cultural en miniatura.
Dos personas bailan frente al café Relax de Varsovia.
Dos personas bailan frente al café Relax de Varsovia. / Olga Garstecka
La profusión de museos y centros de arte contemporáneo de Varsovia deja ver la riquísima tradición de sus vanguardias durante todo el siglo XX: El Museo Nacional, el Museo de Arte Moderno, el CCA en el antiguo castillo que dominaba el valle del Vístula, la galería nacional Zacheta con gran pedigrí de exposiciones contestatarias incluso en los peores años de la posguerra y el comunismo. Quizá para halagar ese interés por las artes, los rusos regalaron a la ciudad de Varsovia en 1955 el imponente Palacio de la Cultura y las Ciencias: un rascacielos historicista del más puro kitsch estalinista que sigue siendo el edificio más alto de Polonia y que altruismos aparte estaba también pensado para recordar a los polacos quién había ganado la guerra de este lado del Telón de Acero.
Los polacos han sabido lidiar con este mamotreto varado de su historia reciente: el palacio se mantiene muy vivo, con teatros, salas de exposiciones, actividades y talleres, y un café, Kulturalna, donde se citan los modernos y la gente más cool de la ciudad: una manera admirable de asumir y reapropiarse de un pasado traumático sin olvidarlo ni derribarlo ni saldarlo a precio de ganga.
Lukasz Gorczyca (izquierda) y Michal Kaczynski, responsables de la galería de arte Raster de Varsovia.
Lukasz Gorczyca (izquierda) y Michal Kaczynski, responsables de la galería de arte Raster de Varsovia.
Del otro lado del río, en Praga, un distrito industrial en vías de gentrificación, hay otro museo empeñado en no dejar que se apaguen los restos de la historia reciente: y literalmente, porque el Museo del Neón es un centro privado que intenta rescatar la mayor cantidad posible de los reclamos de neón que en los años sesenta brotaron como hongos por las calles de la Varsovia reconstruida. Los comunistas en el poder llamaron a eso la neonización de la ciudad: querían dar un rostro amable y moderno al nuevo régimen, y durante veinte años sufragaron letreros fantasiosos, verdaderas obras maestras de artesanía del vidrio, para librerías, restaurantes, jugueterías y bares de leche (las cafeterías populares de la época) a lo largo y ancho de la ciudad.
Por esa misma época abrió el mítico SuperSam en pleno centro, el primer supermercado comunista del mundo. Una obra maestra de la arquitectura moderna de posguerra en Polonia que sucumbió escandalosamente a la especulación inmobiliaria en 2006. Aquí pueden verse, restauradas con mimo, algunas obras maestras de la tipografía y la publicidad en neón de la época, y hasta comprar si se tiene presupuesto el fabuloso catálogo que reproduce sus fondos de neones de la Guerra Fría, únicos en el mundo. El entorno, por otra parte, no puede ser más apropiado: en un complejo industrial restaurado, SoHo Factory, donde hay galerías de arte importantes como Leto y Piktogram, estudios de arquitectura y diseño y restaurantes y bares a imagen y semejanza de los de su barrio homónimo neoyorquino. Si los soviets levantaran la cabeza...

CRACOVIA

La lonja de paños en la plaza del Mercado de Cracovia, Polonia.
La lonja de paños en la plaza del Mercado de Cracovia. / Stefano Amantini
Si Varsovia fue casi totalmente arrasada, Cracovia sobrevivió casi intacta a la guerra. A otras tres horas de tren, luce un centro histórico inmaculado y una tradición cultural cosmopolita y sofisticada desde hace quinientos años, cuando formaba parte del tolerante imperio austro-húngaro y era una de sus grandes capitales universitarias y jalón ineludible de aquella Europa de los cafés que hasta la guerra formó un tejido cultural de debate y tolerancia desde Lisboa hasta Kiev. El ambiente recuerda a Viena y a Praga y ofrece destellos de una belle époque ultra-culta que su torturado siglo XX echó por tierra. Porque no muy lejos de los palacios barrocos del centro está el distrito de Kasimierz, que fue hasta la ocupación alemana el centro de una boyante comunidad judía.
La catedral de Wawel, en la colina del mismo nombre de Cracovia.
La catedral de Wawel, en la colina del mismo nombre de Cracovia. / Luca da Ros
Del gueto de Cracovia salieron con destino al cercano Auschwitz, en sucesivas oleadas, la totalidad de sus habitantes, y del otro lado del río puede visitarse la fábrica famosa de Oskar Schindler, uno de los pocos Justos entre las Naciones que sin ser judíos se opusieron tenazmente con riesgo de su propia vida a la Solución Final. Junto a ella se levanta el Mocak, un centro reciente de arte contemporáneo y perfil industrial que centra su programación en la investigación y la reflexión artística sobre la memoria del Holocausto y que complementa al veterano Bunkier Sztuki, un centro de arte de arquitectura brutalista que lleva décadas mostrado artistas contemporáneos polacos e internacionales en pleno centro.
También del otro lado del río, Polonia vuelve a mostrar su lealtad pública hacia sus artistas con la flamante nueva sede de la Cricoteca, que recuerda un poco al Caixafórum madrileño en su manera de recuperar arquitectura industrial a base de acero corten y celosías y que está dedicada a la obra y los archivos de Tadeusz Kantor, vecino ilustre de la ciudad y pionero del teatro contemporáneo en la posguerra, mezcla de happening, performance y ritual colectivo cargado de implicaciones políticas y memoria colectiva.
El Museo de Arte Contemporáneo, Mocak, de Cracovia.
El Museo de Arte Contemporáneo, Mocak, de Cracovia. / Drzysztof Dydynski
Y diez minutos en taxi llevan, en las afueras, al suburbio-ciudad de Nowa Huta, una de las pocas ciudades obreras de nueva planta inspiradas por la URSS y completadas en los años cincuenta en estilo social-realista en todo el mundo: apabullantes avenidas, plazas barridas por el viento, manzanas enteras de “palacios para los trabajadores” en estilo seudoclásico y restaurantes míticos como el Stylowa, que conserva muebles y decoración intactos y transporta de golpe a los años más crudos de la Guerra Fría.
Nowa Huta se pensó como bofetada política en la cara de la burguesa y decadente Cracovia. Intentaba a su manera, como Brasilia, Tel Aviv o Chandigarh, materializar en arquitectura a pie de acera una utopía ideológica, por las buenas o por las malas. Pasear por ella ayuda a sopesar los logros, fracasos y tragedias que se superponen como estratos geológicos de todo un siglo XX. Y que en Polonia quedan muy a la vista y pueden leerse a la vuelta de cada esquina.

20 dic 2014

Modos de perder la vergüenza

Casi siempre se piensa en delitos y asuntos ilegales al hablar de un sinvergüenza. El robo, el dinero negro, las comisiones y las estafas están a la orden del día en el panorama triste de la administración y la política española. En la cárcel viven el tesorero todopoderoso del partido del Gobierno, el cacique del Partido Popular en Castellón, un exministro y cargos muy significativos de la red política de Esperanza Aguirre. Incluso se intuye que dentro de poco las puertas del Palacio de las Rejas se van a abrir para dar la bienvenida al marido de doña Cristina de Borbón.

Perder la vergüenza conduce a la ilegalidad. Pero nos equivocaríamos al olvidar que existen muchas formas legales de perder la vergüenza en política. En una sociedad como la nuestra, a veces resulta mucho más grave la legalidad que la ilegalidad.

Dentro de las disputas electorales es un ejercicio legal echarle la culpa al adversario y pintar de rosa el resultado de las gestiones propias. Pero hace falta perder la vergüenza para afirmar como presidente del Gobierno de España que “la crisis es historia del pasado”. El triunfalismo mentiroso supone un desprecio inadmisible al deterioro de la vida cotidiana de millones de desempleados y de millones de trabajadores a los que no les llega el salario para salir de la pobreza.


Es legal que un ministro del Interior tenga su ideología sobre el trato que merecen los inmigrantes. No es legal favorecer devoluciones en caliente que violan las leyes del país. Y sea legal o no, es una forma de perder la vergüenza ponerse chulo con los derechos humanos y el deber de asilo. El ministro Jorge Fernández Díaz se comporta con un impudor cínico y alarmante cuando desprecia a las instituciones europeas comprometidas con el cumplimiento de los derechos humanos en una frontera. El ministro del interior es un sin papeles, porque los pierde, al llamar hipócritas a los ciudadanos con preocupaciones humanitarias y al pedir domicilios para enviar inmigrantes. ¿Qué idea tiene el ministro de las obligaciones de un Estado?

Es legal que la diputada Andrea Fabra tenga sus ideas sobre la riqueza y la pobreza, el orden social y los derechos cívicos. Pero perdió la vergüenza –tanto como su padre con los trapicheos de dinero público–, cuando gritó que “se jodan” en un debate parlamentario sobre los parados.

Es legal que haya diversas opiniones sobre la historia de la Guerra Civil española y los silencios y los pactos asumidos en la Transición. Pero Rafael Hernando perdió la vergüenza al decir en nombre del Partido Popular que “las víctimas del franquismo sólo se acuerdan de sus familiares cuando hay subvenciones”.

Hasta aquí esta breve historia de la infamia. Existen muchos modos legales de perder la vergüenza y los casos abundan en un país falto de educación ciudadana y de vida democrática.

Pero las ideologías políticas tienen formas más graves de perder la vergüenza dentro de la legalidad. Sin duda parece legal que a ACS se le haya pagado una indemnización de 1.350 millones de euros por el fracaso del proyecto Castor, el famoso almacén de gas submarino frente a Vinarós. Sin duda parece legal que el pago se haya hecho de forma vertiginosa, acelerando los ritmos lentos de la administración y desatendiendo otras prioridades humanitarias en época de crisis. Y sin duda parecerá legal que los consumidores paguemos 4.731 euros en nuestras facturas, por un negocio fallido, a lo largo de los años. Pero tampoco hay duda de que este traspaso salvaje del dinero público a los negocios privados es una forma de perder la vergüenza.

También es legal que desde 1984 los españoles hayamos pagado en el recibo de la luz 4.383 millones de euros por la moratoria que suspendió la construcción de tres centrales nucleares. Un acto propio de la soberanía nacional se convirtió en obligación de pagos millonarios a Iberdrola, Endesa y Unión Fenosa. Será sin duda legal lo aprobado por el Gobierno de Felipe González, pero también parece una vergüenza. La broma ha marcado nuestros recibos durante 30 años.

Aquí ya no se trata de infamias personales, sino de un sistema injusto que ha perdido la vergüenza democrática. Lo peor de nuestra sociedad es que la ilegalidad es menos cruel y avariciosa que la legalidad vigente. El dinero de la delincuencia es el chocolate del loro si se compara con los impudores de la legalidad. Los ciudadanos somos lo que somos y, además, pagamos la cama.

26 nov 2014

El ‘pequeño Nicolás’: la niña de Rajoy

Aunque muchos afirman que Rajoy adolece de dotes de líder y que es un perfecto inútil, su obra empieza a dar frutos.

De todos es sabido su empeño en que las cosas se hagan “como dios manda” y afirma insistentemente que tiene una virtud que destaca por encima de las demás: el sentido común.

El pequeño Nicolás se define como una persona “con sentido común, a diferencia de mucha gente en este país”. Estilo Rajoy 100%. Aparecen brotes verdes, indicios de una regeneración, de una nueva era de jóvenes emprendedores que traen un soplo de aire fresco a este país. Finalmente, la niña de Rajoy resultó ser niño.


Ahora, temiendo por su seguridad y declarando que posee material sensible que puede comprometer a altos cargos de la Administración, material que si viera la luz provocaría una cadena de dimisiones, concede entrevistas para cubrirse las espaldas. Entiende que contar lo que sabe delante de las cámaras le convierte en el hombre más seguro del mundo. Afirma que todo lo que ha hecho ha sido por salvar a España, de casta le viene al galgo. Dice que jamás ha tenido intereses económicos, le pasa lo mismo que a sus referentes políticos que hoy nos gobiernan; se hacen ricos sin querer, como una consecuencia colateral de su amor a la patria.

El pequeño Nicolás amenaza con convertirse en el nuevo Bárcenas. Parece que va a tomar el relevo de aquella pesadilla que obligó a los principales portavoces del Gobierno y del partido a salir en estricto turno rotatorio a dar la cara para justificar lo injustificable, siguiendo la clásica táctica de usar una retórica barroca, un discurso pseudotécnico vacío de contenido, en el que enumeraban nuevos recursos empresariales con los que liquidar la cuenta de presuntos delincuentes o salir al paso de cómo esos presuntos continuaban teniendo despacho, chófer y sueldo a pesar de no formar parte de la empresa.

Eran muchos los españoles que entendieron el mensaje que el presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, envió al encarcelado tesorero pidiéndole paciencia y aguante como un servicio más a la causa que sería remunerado con ayuda desde arriba, tal y como ocurrió con la fidelidad de Matas al “comerse él solito el marrón”.

A éste le concedieron el tercer grado, es decir, la suelta del preso, de forma irregular, en contra del informe de los técnicos de la prisión. El secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, explicó que esta discrepancia entre lo que aconsejaba el informe de la prisión y la decisión de su secretaría era frecuente: mintió. Mercedes Gallizo, que también ocupó ese cargo durante muchos años, dijo que tal contradicción era “absolutamente excepcional”. El “Luis sé fuerte” se convertiría en una suerte de compra de silencio.

Finalmente la concesión del tercer grado fue anulada por el juzgado de Vigilancia Penitenciaria.

Ahora aparece el pequeño Nicolás diciendo que tiene datos comprometedores que pueden perjudicar a la cúpula del partido.

Entre sus acciones solo relata su empeño en hacer una España mejor y obvia los contactos que ha mantenido con alcaldes y otros cargos del partido para ofrecer presentaciones, relaciones y gestiones con las que acelerar o tramitar asuntos de forma alternativa.

La cuestión no es dilucidar si el muchacho tiene un trastorno de la personalidad o está hablando por derecho. Lo grave de este caso, que parece que todo el mundo pasa por alto, no reside en que fuera o dejara de ser un impostor, sino en el mal concepto que parecen tener los cargos del PP de sus propios compañeros. Los contactados por el pequeño Nicolás alegan que les engañó al contarles que hablaba en nombre de la dirección del partido, pero olvidan que les estaba ofreciendo un catálogo de fechorías y, al parecer, ninguno de ellos pensaba que los que habitan en las alturas de Génova pudieran ser personas honradas, lo único que les indigna es que el chaval resultara un farsante. Pasó demasiado tiempo sin que nadie descolgara el teléfono para llamar a la sede del partido y decir: “Aquí hay un mequetrefe que dice que la vicepresidenta es una delincuente y pretende corrompernos proponiéndonos negocios turbios”. No, tal cosa no se produjo, todo les parecía de lo más normal. ¡Cómo debe ser el panorama moral en el que habitan!

Se suele decir que los políticos no están en sintonía con la calle, que viven en realidades diferentes, pero al parecer la opinión que tienen los ciudadanos de la gente que nos gobierna, finalmente, coincide con la de los propios cargos del PP. Todos parecen creer que sus compañeros son unos delincuentes. Ante la propuesta de delinquir no saltan las alarmas.

En efecto, el pequeño Nicolás parece ser un impostor, mejor dicho, un presunto impostor, pues a él también hay que aplicarle la presunción de inocencia, pero esa presunción ya no cabe para los cargos a los que contactó, que ya han demostrado que no tenían el menor inconveniente en la cohabitación con el delito.

Lo grave es que, a partir de ahora, aunque no lo sepa, ya no necesita mentir. Por más que se echen las manos a la cabeza los que le incubaron y ahora nieguen el pedigrí del muchacho, bastaría con que relatara su experiencia para dejar un retrato terrible de nuestra realidad administrativa. Estos apóstoles de la aniquilación de lo público saben de qué hablan. Con estos mimbres es imposible hacer un cesto.

No les gusta que se generalice cuando se habla de delincuencia, pero que ellos creyeran en la honestidad de sus compañeros ayudaría bastante a propagar la fe, al menos, en la cúpula dirigente que constituye su luz y su guía.

Aznar debería tener en cuenta lo que subyace en todo este caso para los próximos cursos de FAES. El pequeño Nicolás ya no ocupará un sitio en su mesa, pero su ausencia les debe mover, no a la autocrítica, que significaría la autoinmolación a nada que se pusieran mínimamente exigentes, sino a la reflexión sobre hasta dónde han llegado si los suyos, que creen conocerles bien, tienen tan baja opinión de ellos.

Se impone un lavado de imagen, lo del propósito de la enmienda no está en su naturaleza. Cada vez está más claro que vinieron a por las joyas de la corona y, en esa jauría privatizadora, algunos se han saltado la legalidad. No son los que más daño han hecho.

Un caso legal que salta a los medios mientras escribo estas líneas es el de Carmen Cafranga, colega altruista de Aznar, Botella, Aguirre, Blesa…, mujer de gran poder dentro del partido que presidía una ONG: Asociación Patronato del Niño Jesús del Remedio, con la que consiguió un crédito opaco de 4,5 millones de euros de Caja Madrid siendo consejera de la entidad y que ella misma se encargó de ocultar en la documentación oficial. Pues bien, gracias al crédito se hizo una promoción inmobiliaria VPP (Vivienda con Protección Pública) en unas condiciones muy ventajosas que han producido un pelotazo de 13 millones de euros. Todo es legal, dicen, a la vez que asistimos al desalojo de la anciana de Vallecas.

El Niño Jesús del Remedio, otro que da problemas.

Estas nuevas generaciones vienen apuntando maneras.

20 nov 2014

Rajoy, tercer año: el profeta del milagro económico que falló en todo

Tres años después del arrollador triunfo electoral del PP, en España hay más paro y más pobreza. Una realidad que choca con el triunfalismo del Gobierno, que pregona una recuperación que sólo se atisba en algunas estadísticas oficiales

 

Este jueves 20 de noviembre se cumplen tres años del arrollador triunfo electoral del PP de Mariano Rajoy. Los conservadores lograron entonces el mejor resultado electoral de su historia con el apoyo del 44,6% de los votantes y 186 diputados.
Rajoy, que se había pasado los tres años que duró la legislatura anterior profetizando el desastre y prometiendo milagros, cosechó la mayoría absoluta gracias a un discurso triunfalista en el que se presentaba como el gobernante que iba a sacar a España de la crisis.
Pese a que el Gobierno vende ahora una incipiente recuperación que sólo se refleja en algunas estadísticas oficiales, tres años después en España hay más paro, más pobreza y más desigualdad.

01. Paro incontrolable

El paro es la prueba del algodón, el elemento por el que se va a juzgar la capacidad del Gobierno. El presidente Rajoy lo sabe y por eso no se cansa de repetir que España ha entrado en un nuevo ciclo, que ahora la economía española ya crea empleo después de destruirlo durante seis años consecutivos, entre 2008 y 2013. El dato es cierto, pero con matices: en lo que va de 2014 hay 508.100 parados menos pero sólo se han creado 368.800 empleos. ¿Qué indica este dato? Que no todos las personas que abandonan la cola del paro encuentran un trabajo. De hecho, sólo la mitad de los parados que dejan de serlo encuentran un empleo, generalmente precario y mal pagado; la otra mitad simplemente se rinde y deja de buscar o se va del país.
La cifra de los que se han ido es escandalosa. Teniendo en cuenta los ocupados, los parados y los activos en diciembre de 2011 (23.440.300 activos) y en septiembre de 2014 (22.931.700 activos), 507.800 personas han sido expulsadas del mercado laboral español en los últimos tres años: son lo que han dejado de buscar trabajo o se han ido a buscarlo a otro país.
La tasa de paro en diciembre de 2011 era del 22,56% y había 5.287.300 parados. Casi tres años después dicha tasa está todavía en el 23,67% y los parados son 140.000 más
Una mirada en perspectiva a estos tres años ofrece una realidad bien distinta, pero más realista: los últimos datos de la EPA (tercer trimestre de 2014) indican que desde el primer día que Rajoy pisó las alfombras de La Moncloa (21 de diciembre de 2011) hasta hoy se han destruido 648.200 empleos y aún hay 140.400 parados más. La tasa de paro en diciembre de 2011 era del 22,56% y había 5.287.300 parados. Casi tres años después dicha tasa está todavía en el 23,67% y los parados son 5.427.700 personas. La tasa de actividad ha caído del 60,29% al 59,53% desde que el PP llegó al poder.
Pero lo peor, lo que invita al desánimo es que el paro de larga duración que se ha multiplicado por nueve desde el inicio de la crisis. Sólo en 2013 se disparó un 22,5% con respecto a 2012. Y en 2014 la tendencia se ha acentuado: en octubre de este año había 3.359.900 personas que llevaban un año o más en el paro; al llegar al poder el PP estaban en esa situación 2.643.200 parados. En tres años de Gobierno del PP los parados de larga duración han crecido en 716.000 personas, un 27,1% más.  
El crecimiento del número de parados de larga duración ha ido acompañada de una notable reducción de la cobertura de la pretación por desempleo, que ha caído de forma sostenida: del 72% sobre el total de parados en 2009 y 2010, se pasó al 64% en 2011, al 60% en 2012, al 57% en 2013 y al 53% en 2014, siempre tomando como referencia los meses de septiembre.

02. Cada vez más pobres

Con más paro del que había en 2011 es lógico que muchos indicadores señalen un incremento de la pobreza y de las problemas de los ciudadanos para afrontar la crisis. No hay que irse muy lejos para confirmar el deterioro social y económico de los últimos años: basta con mirar los datos de la Encuesta sobre Condiciones de Vida del INE. Esa encuesta señala que en 2011 el 26,7% de la población corría el riesgo de caer en la pobreza; en 2013 —últimos datos disponibles— ese porcentaje se incrementó hasta el 27,3%, y aunque aún no hay datos, todos los expertos señalan que en 2014 la situación será todavía peor.
También se ha disparado el porcentaje de personas que sufren dificultades —desde pocas a muchas— para llegar a fin de mes: el INE certifica que en 2011 el 58,3% de los ciudadanos tenía dificultades para acabar el mes; en 2013 el dato ya había escalado hasta el 67%. La misma tendencia se repite con los hogares que subsisten con lo justo: del 56,3% en 2011 se ha pasado al 65% en 2013.
Otro indicador del INE que da una idea de la expansión de la pobreza los últimos años es el de la Población que sufre "carencia material severa". El 4,5% de la población lo sufría en 2011, mientras que en 2013 ya era el 6,2%. Pero todavía hay más: según la misma encuesta del INE, la renta media por hogar ha bajado unos 1.000 euros entre 2011 y 2013: de 27.747 euros a 26.775.
Pero no sólo el INE confirma una realidad social que el Gobierno se empeña en no ver. Fuera también lo ven: las estadísticas del Banco Mundial también certifican que somos más pobres: y que la renta per cápita ha bajado en España de 31.118 dólares en 2011 a 29.118 en 2013.

03. Caída del PIB

El avance de la pobreza es consecuencia de la contracción económica que ha sufrido el Producto Interior Bruto (PIB) entre 2008 y 2013. En su mensaje cargado de triunfalismo, el Gobierno de Rajoy insiste en que la economía española ha empezado a crecer en 2014. Es verdad, pero como ocurría antes, también es importante matizar que ese crecimiento es tan lento y tan leve que no puede compensar la fuerte caída de los seis años anteriores.
Desde que el PP ha llegado al poder esa riqueza nacional ha descendido en 25.966 millones de euros
En 2011 el PIB se contrajo un 0,6% (según el nuevo método contable aprobado recientemente), pero el primer año Rajoy en el palacio de la Moncloa la situación empeoró notablemente: la economía cayó un 2,1%. El año 2013 la no fue mucho mejor: la economía retrocedió otro 1,2%. Este año es muy posible que el PIB crezca un 1,2% tras seis años en los que la riqueza nacional medida por el volumen del PIB descendiera en 67.029 millones de euros. Desde que el PP ha llegado al poder esa riqueza nacional ha descendido en 25.966 millones de euros, según el propio INE.

04. Frenazo a las exportaciones

Siguiendo con el PIB, el Ejecutivo prevé un crecimiento para 2015 del 2%. Muchos analistas ya han señalado que es muy posible que esa previsión no se cumpla dado que hay dos factores que ejercen de freno: el descenso de las exportaciones españolas y la desacelereación de la economía de la Eurozona.
Por lo que respecta a las exportaciones, los últimos datos confirman ese parón: el déficit comercial alcanzó en el primer semestre de 2014 los 11.882,4 millones de euros, prácticamente el doble que en el mismo período de 2013 cuando se situó en 5.824,2 millones de euros.
Las exportaciones eran la gran coartada de Rajoy: durante 2012 y 2013 crecieron de forma importante (un 3% en 2012 y un 8% en 2013). De hecho, durante esos dos años fueron prácticamente el motor de la economía española. Rajoy sacaba pecho cada vez que podía y se atribuía todo el mérito del aumento de las mismas: para el jefe del Ejecutivo eran la prueba de que la economía española era competitiva. Pero en 2014 el aumento de las exportaciones está siendo mucho más modesto: apenas un 0,5%.
No sólo somos más pobres que en 2011, sino que debemos más a nuestros acreedores
Es verdad, que en contraposición, las importaciones han crecido un 5,3% en 2014 tras bajar un 1,2% en 2012 y un 3,2% en 2013. Eso denota un mayor consumo, pero en cualquier caso ese repunte es insuficiente para apuntalar el débil crecimiento.

05. La deuda pública, en máximos históricos

Otro indicador que pone en evidencia la tan cacareada recuperación pregonada por el Gobierno es el aumento de la deuda pública. Es imparable: no sólo somos más pobres, sino que debemos más a nuestros acreedores. En los últimos años los pagos de los intereses de la deuda se han comido muchas inversiones en políticas sociales.
Las políticas de austeridad, los recortes sociales y los ajustes no han servido para poner coto al volumen de deuda pública, que ya supone el 97,1% de PIB: el Estado español debe más de un billón de euros, en concreto 1.020.680 millones de euros. Hace exactamente tres años, en el tercer trimestre de 2012, justo antes de la llegada del PP al poder, la deuda pública alcanzaba el 66% del PIB y el país debía unos 350.000 millones menos que ahora.

06. Déficit público, a duras penas

Durante estos tres años Mariano Rajoy ha repetido una frase como un mantra: "No podemos gastar lo que no tenemos". El presidente y sus ministros económicos no se han cansado de repetir que el contro del déficit público es fundamental para generar crecimiento y salir de la crisis. Pero aquí también ha fracasado el Gobierno pues ha incumplido sistemáticamente los objetivos de déficit que ha impuesto la Unión Europea. El Ejecutivo de Zapatero cerró 2011 con un déficit —ayudas a las bancas incluidas— del 9,4% del PIB . El PP se echó las manos a la cabeza y dijo que ese descontrol no tendría lugar bajo la presidencia de Rajoy. No ha sido: en 2012 el déficit se disparó al 10,6% del PIB y en 2013 se quedó en el 7,1% cuando el objetivo era el 6,5%. En tres años el PP aún no ha conseguido domar el déficit público, pese a que se presentó como el mejor garante para hacerlo.
En tres años el PP aún no ha conseguido domar el déficit público, pese a que se presentó como el mejor garante para hacerlo 
El objetivo de déficit para 2014 se ha fijado en el 5,5%. Después de los tijeretazos de los últimos años, el Gobierno pretende recortar otros 16.000 millones de euros en gasto público este año. Bruselas cree que España tampoco cumplirá este año con el déficit —aunque sea un incumplimiento mínimo: la Comisión Europea cree que el déficit español cerrará en el 5,6%— aunque la diferencia entre los ingresos y los gastos se haya reducido hasta septiembre de 2014 un 7% con respecto al mismo periodo del año pasado.

07. La morosidad bancaria sigue de récord

La morosidad bancaria no ha dejado de crecer en estos tres años aunque al menos en los últimos meses de 2014 no ha ido a peor, si bien es cierto que el grifo del crédito aún echa poca agua. Pero además de ser un buen referente para medir la capacidad económica de los ciudadanos, la morosidad denota en parte el dinamismo del sector finaciero. Y la situación no es halagüena: en octubre de 2011 la tasa de morosidad estaba en el 7,41%; en octubre de 2014 no se devuelven el 13,01% de los créditos. La cifra en términos absolutos de créditos dudosos se sitúa ahora en 180.517 millones de euros; hace tres años esa cifra era de 131.908 millones. 

08. Sólo la prima de riesgo da un respiro

Quizá la única buena noticia para el Gobierno del PP en estos tres años. Y para el resto del país, cabría decir. La prima de riesgo,  el sobreprecio que exigen los inversores por compra bonos españoles frente al alemán, ha bajado de forma notable, sobre todo desde el verano de 2012, cuando superó los 600 puntos básicos. Ahora está en el entorno de los 130 puntos básicos.
Fue la acción de Draghi y del BCE y no la del Gobierno la que logró controlar la prima de riesgo
Pero esa bajada, y por tanto la mayor facilidad para financiarse en los mercados de deuda, no es mérito del Gobierno español sino de Mario Draghi: en septiembre de 2012, en plena crisis de la deuda, que amenzaba con llevarse por delante no sólo a España sino a algún otro país importante, el presidente pronunció aquella famosa frase: "Haré lo que haga falta". La prima empezó entonces a bajar y España pudo empezar a financiarse a precios más razonables, a pagar menos intereses en defibitiva. Casi dos años después, con algún que otra altibajo, la tranquilidad ha sido la norma. De hecho, a 19 de noviembre de 2014 la prima de riesgo está en 13o puntos cuando en vísperas del triunfo electoral de Rajoy estaba en 441 puntos básicos.

 

19 nov 2014

Psicopatología política: informe clínico sobre el Partido Popular

Sujeto: Partido Popular (alias PP).

Fecha de nacimiento: 1989.

Cuadro clínico general: cleptomanía, depresión acompañada de episodios histéricos de euforia, pérdida del principio de realidad, bulimia financiera, terrores diurnos, trastorno lingüístico (disfasia, xenoglosia y farfulleo).


Historial

El Partido Popular nace de los estertores del franquismo, en octubre de 1976, bajo el nombre de Alianza Popular. El hecho de que tenga siete padres (los llamados siete magníficos) no facilita un proceso educativo normal. Su medio familiar se ve profundamente alterado con la llegada de las primeras elecciones democráticas. Sufre rechazo en las urnas en 1977 y pasa una adolescencia complicada, generándose una tensión permanente con el electorado español. En 1989 atraviesa una crisis aguda de personalidad, de ruptura con los siete padres, que se salda con un cambio de nombre y con la entrada en la edad adulta. En esos años, el partido se deja bigote. Aunque modifica su aspecto externo, mantiene las prácticas viciosas que provenían de la infancia. Opera con fuerza el principio de represión, que oculta ante el Yo los deseos subconscientes de búsqueda compulsiva de dinero, financiación ilegal, creación de un sistema de contabilidad paralela, etc. Estos elementos reprimidos terminan somatizándose años después en forma de abscesos barcénicos, disfasia e incluso xenoglosia (habla en lenguas desconocidas), tal y como queda de manifiesto en el discurso de Doña María Dolores de Cospedal sobre la indemnización simulada y en diferido del señor Bárcenas.

El paciente lleva una vida relativamente normal entre 1996 y 2000, pero el estrés de la mayoría absoluta rompe su equilibrio emocional. Si bien en esos años es capaz de atraer a los mejores intelectuales del país, a los que abduce en un frente maniaco contra los nacionalismos periféricos, el grueso de la ciudadanía reacciona con ira ante los primeros episodios de desfiguración de la realidad por parte del PP (caso Prestige, guerra de Irak, etc.). No obstante, la crisis más profunda se produce tras el atentado del 11-M, cuando se aprecian claros elementos delirantes y paranoides.

La victoria en 2011 hacía presagiar una vuelta a la normalidad psíquica, pero la dureza de la legislatura ha acabado reproduciendo las más alarmantes alteraciones de personalidad en su seno.

Alteración conductual: aplauso improcedente

El PP muestra una alteración profunda en la práctica del aplauso. A nuestro juicio, este comportamiento, que nunca ha sido observado en ningún otro paciente a lo largo de la historia clínica, pertenece a la familia de los actos fallidos (Fehlleistung, parapraxis), en los que el inconsciente traiciona al sujeto obligándole a hacer justo lo contrario de lo que se proponía.

El primer caso observado de aplauso improcedente tiene lugar en marzo de 2003, cuando los diputados del grupo parlamentario popular se ponen en pie y celebran con aplausos y jolgorio la decisión de que España participe en la guerra de Irak, a la que se oponía el 90% de la sociedad española. Cabe mencionar que el PP pudo haberse inspirado en el episodio protagonizado por los dirigentes del PSOE cuando acudieron a la cárcel de Guadalajara para aplaudir y vitorear a Don José Barrionuevo y Don Rafael Vera en el momento de su ingreso en prisión.

En la presente legislatura, el primer trastorno de aplauso se detecta con motivo del anuncio realizado por el presidente del Gobierno de los mayores recortes sociales de la historia de la democracia en julio de 2012. Los diputados del PP, puestos de pie, mantienen una ovación cerrada durante casi un minuto, como si Don Mariano Rajoy hubiera hecho una hazaña histórica (véase aquí). Aquel fue el mismo pleno en el que Doña Andrea Fabra, contagiada por el entusiasmo de sus compañeros, profirió el grito “¡Que se jodan!”, destinado a los parados que sufrían un recorte en el subsidio de desempleo.

El fenómeno inverso al del aplauso a destiempo se detecta en el abucheo improcedente: así ocurrió recientemente con los gritos con que fueron recibidas por la bancada popular las palabras de Don Pedro Sánchez sobre pobreza infantil. Varios diputados utilizaron expresiones sarcásticas, como "¡ooooh!", haciendo burla de los niños que pasan hambre en España (véase aquí).

La patología del aplauso improcedente se reproduce en parlamentos menores. Recientemente, los diputados del PP de la asamblea de la Comunidad de Madrid aplaudieron largamente al consejero de Sanidad, Don Javier Rodríguez, por sus declaraciones sobre Doña Teresa Romero, la enfermera contagiada de ébola (véase aquí). Este vídeo resulta especialmente interesante, pues el periodista Don Gonzo preguntó a los diputados por las razones de su aplauso, demostrando con claridad que se trataba de un acto fallido: ninguno de ellos fue capaz de dar cuenta de sus actos.

Fuera de parlamentos también se manifiesta el problema, quizá en grado aún mayor. El episodio más grave hasta la fecha de la patología aquí descrita tuvo lugar en la convención del Partido Popular sobre Estabilidad y Buen Gobierno, que tuvo lugar en Extremadura. Dicha convención se celebró a la vez que se destapaban los vuelos de Don José Antonio Monago a Tenerife, a visitar a Doña Olga María Henao, pagados a costa del erario público y disfrazados de viajes de trabajo. Toda la cúpula del PP aplaudió a rabiar al señor Monago, a quien se presentó como un paladín en la lucha contra la corrupción, emocionando al susodicho, quien rompió a llorar ante el apoyo inquebrantable de su partido (véase aquí).

Las palabras de aliento y apoyo del presidente del partido, Don Mariano Rajoy, a Don José Antonio Monago son otra manifestación sintomática del mismo acto fallido que da lugar al aplauso improcedente. Debe recordarse que Don Mariano ya hizo declaraciones muy similares a propósito de dirigentes del PP que posteriormente fueros imputados o condenados por la Justicia: Don Jaume Matas ("Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Baleares", dijo en 2004), Don Francisco Camps ("Yo creo en ti. Y estaré detrás de ti, delante o al lado, me da igual", 2009), Don Luis Bárcenas (mediante SMS, “Luis, sé fuerte”, 2013) e incluso Don Carlos Fabra, el papá de Doña Andrea (“Fabra es un ciudadano y un político ejemplar”, 2008).

Diagnóstico

Algunos analistas han considerado que el aplauso improcedente podría formar parte de un complejo narcisista no superado. A nuestro juicio, ese punto de vista es equivocado. El aplauso, que ya se observa en algunas especies superiores de simios, debe interpretarse en el caso que nos ocupa como una descarga de energía orientada a acallar un comportamiento que es desaprobado por el Yo consciente. El aplauso improcedente de los diputados del PPes un fenómeno dominado por el instinto del Tanatos: sólo se observa en la historia del PP cuando su supervivencia electoral está en cuestión. El Ello del Partido Popular fuerza el aplauso a decisiones que llevan al paciente al suicidio político. Cuanto más perjudicial para sus propios intereses es la decisión que se toma, más fuerte y cerrada resulta la ovación del Partido Popular.

Terapia

No hay precedentes en la terapia de esta psicopatología política. Como tratamiento en el corto plazo, se recomienda a los diputados del Partido Popular que acudan al Parlamento de la nación (y a los actos del partido) con guantes de boxeo, manoplas u otros adminículos que silencien el sonido que producen las manos al chocar entre sí. No obstante, si se desea erradicar por completo la pulsión de aplaudir en el momento más inoportuno, el paciente debería someterse a una cura de desintoxicación: tras examinar el caso en profundidad, creemos que el paciente debe permanecer alejado del poder durante los próximos 74 años.

Tarifa

Según lo acordado entre este gabinete psicológico y el paciente, el presente informe se facturará sin IVA y se pagará con dinero procedente de la caja b del Partido Popular. Por el descuento del IVA, se ha he rebajado el coste de hora de trabajo de 400 a 375 euros. Teniendo en cuenta que se han invertido 246 horas, el PP adeuda a este gabinete la cantidad de 92.250 euros. El tratamiento específico de la disfasia de la señora Secretaria General, Doña María Dolores de Cospedal, sobre el finiquito de Bárcenas, es cortesía de este gabinete.

15 nov 2014

Quién es quién en la nueva dirección de Podemos

Además del secretario general, los simpatizantes de Podemos han elegido a 62 de los 81 miembros del Consejo Ciudadano, el máximo órgano de dirección política de la formación

Podemos ha dado este sábado a conocer los nombres de las 73 personas que pasarán desde hoy a integrar los órganos de dirección del partido y la Comisión de Garantías Democráticas. A la cabeza de la estructura, ocupando la Secretaría General, se encuentra Pablo Iglesias, que ha revalidado su liderazgo de facto en la votación llevada a cabo por la formación esta semana, en la que han participado 107.488 personas.
Además del secretario general, los simpatizantes de Podemos debían elegir a 62 de los 81 miembros que integrarán el Consejo Ciudadano --el máximo órgano de dirección política de Podemos--. Los 19 restantes son el propio secretario general de la organización, los 17 secretarios autonómicos --que se conocerán el 14 de febrero--, y un miembro electo directamente por los inscritos de Podemos residentes en el extranjero.
Los simpatizantes también han elegido con su voto a las diez personas que integrarán la Comisión de Garantías Democráticas, compuesta por 5 miembros titulares y 5 suplentes. Al menos la mitad de los miembros debían ser juristas.
Pasa el ratón por el gráfico para conocer más sobre los miembros de la nueva dirección de Podemos:
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Desde el 1 de octubre

31 oct 2014

¡La que está liando Zapatero!

¡La que está liando Zapatero! Ya sabemos, porque nos lo repitieron Rajoy y sus secuaces, a modo de consigna, hasta la saciedad, que los males de España son todos culpa de Zapatero, incluidas las tremendas miserias que corrompen a los que la repetían sin descanso, los del partido de la gaviota. Imitando, ya sabemos, los métodos de Goebbels, el ministro de Propaganda de la Alemania nazi.
La semana pasada fue una semana muy negra para los del Partido Popular. Y es que Rajoy y compañía han tenido que lidiar, día sí y día también, con gravísimos escándalos de corrupción, y lo que queda. Eso sí, como es de costumbre, y eso, imagino, también forma parte de sus ladinas consignas, minimizándolo todo, como es de rigor; como niega el ladrón sus latrocinios aunque se le pille con las manos en la masa. Y entonando un falso e hipócrita “tua culpa”, con los cínicos y vacíos discursos correspondientes de cara a la opinión pública, que luego la gente tiene que votar.
El bochornoso escándalo de las Tarjetas black de los directivos de Bankia y Caja Madrid, salpicando hasta la médula a Rodrigo Rato, ex presidente de ambas entidades y del FMI, y ex ministro de Aznar, inauguraba la primera semana horribilis para la derecha española. Lo cual no parece ser más que la punta de un gigantesco iceberg.
Supimos también la semana pasada de la imputación del ex secretario del partido, y también ex ministro de Aznar, Ángel Acebes, en la causa de los papeles de Bárcenas. Supuestamente Acebes compró acciones de Libertad Digital con fondos de la caja B del Partido Popular. Y supimos también de la imputación en la misma causa de otro Popular, José Manuel Molina, ex alcalde de Toledo, por la supuesta adjudicación irregular de una contrata a cambio de dinero destinado a la campaña electoral de Cospedal.
Y hemos sabido también, según las investigaciones de Hacienda, y por el auto emitido el pasado viernes por el juez instructor, que el total de dinero negro con que se pagó las reformas de la sede central del partido, en Génova 13, asciende presuntamente a 1,71 millones de euros.
Resumiendo muy mucho, de los altos cargos del Partido Popular no se libra casi ni el apuntador. El 75 % de los ministros de Aznar están imputados o son presuntos beneficiarios de la trama Gürtel. A todo esto, Rajoy, presidente del Gobierno de España, país también presuntamente democrático afirma: “Que se castigue a los culpables y se respete a los inocentes”; aunque, si así se hiciera, del Partido Popular, en lenguaje coloquial, no iba a quedar libre ni el Tato.
Y suma y sigue. Esta misma semana comenzó con 51 detenidos por la Fiscalía Anticorrupción, en relación a una trama mafiosa que se ha beneficiado de adjudicaciones públicas fraudulentas en 250 millones de euros sólo en dos años; uno de los detenidos, Enrique Granados, delfín de Esperanza Aguirre, y secretario general del PP en Madrid entre 2004 y 2011. Y Mariano Rajoy ¿qué dice el Presidente del gobierno ante tal compleja tesitura? Los amigos son los amigos; llamó a Acebes para solidarizarse con él, y para decirle que este asunto es “muy injusto”. Y días después, tras un espeso silencio, sale a la palestra y pide perdón. Como si el delito fuera sólo un pecado, y no un crimen. Aunque ya sabemos que el cristianismo enseña a justificar cualquier mal, que se redime, tras la confesión, con el perdón divino.
¡Angelitos! Tan cristianos ellos, y tan humanos que se ven obligados, por ahorrar, a arrasar el país, porque hay que recortar, que no hay dinero para sus lujos; aunque eso sí, son tan humanitarios y tan buenos cristianos que repatrian a dos misioneros católicos enfermos terminales de ébola, a saber por qué o por quiénes inducidos, y aun sabiendo que hubieran podido rematar la faena, contagiando una epidemia como dios manda y acabando con todo lo que se mueve y lo que no también.
Aunque la culpa de todo la sigue teniendo Zapatero y la herencia socialista. La que está liando, desde su retiro político. Las hordas rojas y judeo-masónicas son capaces de haber teledirigido a los inocentes angelotes del PP a meter la mano como autómatas, con tanto descaro, en la caja de dinero de los españoles. Y es que los radicales de izquierdas, esos malditos demócratas y defensores de los derechos humanos, son capaces de cualquier cosa, sobre todo si están comandados, en secreto, por ZP; aliado seguramente con Llamazares, el de IU, y con Pablo Iglesias, el de “Podemos”, en una conspiración marxista-leninista que pretende acabar con la España de los valores cristianos y patrios. Habría que acabar con esos tres, que en tiempos de Franco ya estarían criando malvas.
Dejando el sarcasmo a un lado, algunos dicen, los que no se enteran de nada, que todos los políticos son iguales; que el poder corrompe. Comparto más la tesis de George Bernard Shaw, quien decía que “no es cierto que el poder corrompa. Son algunos ámbitos y algunos políticos los que corrompen el poder”. Y así vamos, presenciando en directo que la realidad supera a la ficción. Por utilizar la excelente metáfora de Iñaki Gabilondo, en Alí-Babá son cuarenta los ladrones. Con Rajoy y el PP son muchísimos más.