Mucha policía, que decían Eskorbuto y Sabina. Demasiada policía.
Policía entrando en la radiotelevisión pública valenciana para impedir
el acceso a los trabajadores y cerrar el canal. Inevitable recordar al
ejército tomando el canal público en el golpe del 23F. Policía entrando
en la universidad para retirar una barricada de estudiantes en la pasada
huelga de la enseñanza. Inevitable recordar a los grises entrando en
las universidad en los últimos coletazos moribundos del franquismo.
Cuando el régimen agoniza, redobla sus fuerzas, como el enfermo que se
apaga pero tiene una última recuperación con la que trata de agarrarse a
la vida.
El régimen agoniza pero no lo demos por muerto. Al contrario, se
revuelve con más furia, con cólera, con crueldad. Hoy se aprueba en
Consejo de Ministros el anteproyecto de la Ley de Seguridad Ciudadana, a
la que le sobra el adjetivo. Es solo una ley de seguridad, una ley para
la seguridad de la policía y para la inseguridad del ciudadano. Nos
deja indefensos frente a la agresión policial en la calle, no solo nos
limita el derecho esencial de expresión y manifestación, más aún, nos
deja jurídicamente indefensos. Las tasas judiciales para recurrir pueden
ser aún mayores que algunas multas. No somos nosotros los que estamos
rodeando al Parlamento, es el gobierno que ha convertido el Congreso en
su cortijo, el que nos rodea y nos está haciendo un escrache.
El ministerio del interior ha rebajado las multas presionados por la
indignación popular. Retroceden pero siguen golpeando. Cuando se siente
ahogado, ahoga más, como el náufrago que se hunde y en su desesperación
bracea, da golpes y patadas y arrastra en su hundimiento al que trata de
ayudarle. El error es tratar de ayudar a este sistema, como nos dice
Carlos Taibo, en su nuevo libro libertario: Repensar la anarquía. El
error es querer salvar este sistema, recuperar lo que teníamos porque la
nostalgia de tiempos pasados nos hace creer que lo que teníamos era
bueno. No lo era, nos trajo hasta aquí no lo olvidemos.
No hay que ayudar a salvar ese sistema, hay que ayudar a ahogarle
porque si no nos ahogará él a nosotros. Es lo que está pasando en este
momento. Cuando más muerto parece, más peligroso se vuelve, más
acorralados nos tiene. Ahora es cuando más rodeados nos tienen. Han
puesto una valla de cuchillas en la puerta de nuestras casas y están a
punto de gritar como la policía: “Salgan con las manos en alto”.
Pues sí, aunque nos cortemos, aunque nos hagan daño, ahora más que
nunca hay que salir, que no nos pase como a los periodistas de Canal 9
que callaron o transigieron demasiado tiempo para terminar
desgraciadamente desahuciados. El sábado 14 de diciembre a las 7 de la
tarde hay una manifestación convocada para rodear el Congreso. Ahora más
que nunca, creo, hay que rodear a los que nos rodean. Hay que salir con
las manos en alto. Pero no las levantamos porque nos rindamos. Las
levantamos para defendernos y decir simplemente: estas son nuestras
armas.
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