Podría haber sido una inocentada, pero no lo es. El presidente del
Gobierno convoca la única rueda de prensa sin limitación de preguntas
que ha ofrecido en todo el año para hacer balance político de 2013. Y
consigue colocar el mensaje de que "lo peor ha pasado" y asistimos al "inicio de la recuperación".
Se trata del presidente de un Gobierno que este mismo día 27 de diciembre, vísperas de los Santos Inocentes, decide la congelación para 2014 del salario mínimo interprofesional.
Se trata del presidente del mismo Gobierno que decreta una nueva subida
del recibo de la luz del 2,3% durante el primer trimestre de 2014, sin
aclarar lo que ocurrirá después y presumiendo de que gracias a su intervención en el mercado de precios ha evitado el alza del 11% que pretendían las empresas eléctricas.
Se trata del presidente que ha aprobado (sin consenso) una reforma de las pensiones que prevé la pérdida del poder adquisitivo de los pensionistas, al desvincular la subida de las pensiones y el IPC.
Se trata de un presidente que presume de que ya nadie le pregunta si habrá rescate a España, pero no menciona que el rescate a la banca ya ha supuesto más de 42.000 millones de euros cargados a los contribuyentes, ni que los inspectores de la troika visitan regularmente Madrid para comprobar que se cumplen las condiciones del memorándum impuesto por la troika y aceptado por el señor Rajoy.
Se trata de un presidente que proclama que "2014 será un año mucho
mejor, con más crecimiento, menos personas en paro, más cotizantes a la
Seguridad Social...", después de adelantar que a finales de 2013 habrá
menos parados que a finales de 2012 porque "un dato es seguro: en 2013 habrá menos personas inscritas en las oficinas del Inem".
Como si la EPA no existiera. Como si nadie supiera que decenas de miles
de parados ya no están en los registros del Servicio Público de Empleo
Estatal (el Inem ya no existe). Muchos ni siquiera están ya en España.
Como si los propios Presupuestos del Ejecutivo no contemplaran que a
finales de 2014, en la mejor de las hipótesis, habrá medio millón de parados más que cuando Rajoy entró en la Moncloa, pese al descenso de la población activa.
Se trata de un presidente que afirma y repite que "hemos dejado atrás la
recesión", que las exportaciones van como un tiro y que España ha
ganado competitividad, aunque no menciona el principal "avance" en ese
terreno: una devaluación salarial que todo el mundo conoce salvo el ministro Montoro.
Se trata de un presidente que asegura que los más de 8.000 millones de
euros que este año se ahorran por la rebaja de la prima de riesgo
"pueden ir a partidas sociales". Lástima que nadie le pregunte ni él concrete a qué partidas sociales piensa destinar esa cantidad
y cómo se compadece tal afirmación con el mantenimiento de los recortes
en la sanidad o la educación públicas (aplicados por las autonomías
pero exigidos por el Gobierno).
Se trata del presidente de un Gobierno que acaba de aprobar la reforma
del aborto más retrógrada de Europa, que satisface más al
ultraderechista Le Pen o a los obispos más conservadores que a no pocos
dirigentes y votantes del PP. Un presidente que sólo se refiere al atropello como "ese asunto", para no hablar del aborto,
con todas las letras que encierra regresar al drama de los ochenta, a
las clínicas ilegales y a la hipocresía de que sólo las mujeres con
recursos podrán interrumpir su embarazo. "Ese asunto".
Se trata de un presidente que presume de Ley de Transparencia y de una
nueva Ley de Financiación de Partidos Políticos, pero que no dice una
sola palabra sobre el hecho de que hace una semana el juez ordenase
registrar la sede nacional de su partido. Y que sigue sin responder a
dos o tres preguntas sencillas: "¿Por qué envió usted a Luis Bárcenas un sms que rezaba '¡ánimo, Luis, sé fuerte!',
después de saber que ocultaba cuentas millonarias en Suiza?". "¿Quién
decidió que cuatro imputados o relacionados con la trama Gürtel,
incluido Luis Bárcenas, estuvieran entre los diez mejor pagados del PP
en 2010 y 2011, después de estallar el escándalo?". Por sus gestos y
silencios, Rajoy debe pensar lo mismo que San Agustín sobre los que se
interrogaban acerca de lo que hacía Dios antes de crear el mundo:
"estaba preparando el infierno para quienes hacen ese tipo de
preguntas". (Sólo que San Agustín recogía una broma popular).
Se trata, sin duda, de un presidente cuyos asesores confían en que
cualquier mínimo atisbo de luz en la economía (aunque sea a costa de
ensanchar la brecha de desigualdad) le permitirá aspirar a la
reelección. Un presidente convencido de que, como sostenía El Roto en aquella ácida viñeta, son muchos los electores del PP que "no votan, fichan". Hay balances que pueden sonar a inocentada, pero pocas bromas sobre su posible eficacia.
P.D. En los países anglosajones, las inocentadas se celebran el 1 de abril (Fools' Day o Día de los tontos). Habrá que estar atentos al recibo de la luz una vez concluido el primer trimestre.
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