31 ene 2014

El nuevo Bernabéu




 

El nuevo Santiago Bernabéu ya tiene forma definitiva. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, ha presentado el proyecto de remodelación del estadio blanco. La obra, estimada en 400 millones de euros y cuya finalización está prevista para 2017, ha sido adjudicada a los estudios GMP, L-35 y Ribas&Ribas, vencedores del concurso convocado por la entidad. Con un diseño modernista y metálico, inspirado en el Coliseo romano, el recinto se caracterizará por una cubierta retráctil y una piel inteligente, que lo convertirán en una especie de cubo blindado cuando las condiciones así lo requieran. "Queremos hacer el mejor estadio del mundo. Es nuestro proyecto más ambicioso", ha explicado Pérez en el acto, que comenzó con un vídeo conmemorativo a modo de preámbulo de momentos históricos club.
"Este estadio ha sido un antes y un después para este equipo. Para muchos fue un proyecto faraónico. Bernabéu [el expresidente] fue un visionario", ha señalado Pérez, que también agradeció a los socios la "solidaridad demostrada en tiempos de dificultad", como cuando se fundó el estadio hace casi 67 años. Anunció también que para el club llegaba el momento de "hacer historia otra vez".
 
Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, ante el nuevo proyecto. / JAVIER SORIANO (AFP)
Tras el discurso del presidente tomó la palabra el profesor Volkwin Marg, director de GMP Architekten, la empresa mecenas del proyecto blanco que ya construyó varios de los estadios del Mundial de Sudáfrica. "Queremos, por encima de todo, crear un icono para Madrid", ha afirmado Marg, mientras la pantalla se volvía a iluminar con imágenes de lo que serán los nuevos aledaños del estadio, que contará con un hotel, una zona comercial y varios restaurantes. "Las zonas recreativas estarán integradas en el propio recinto, que además será inteligente. El estadio, gracias a la epidermis sensible que lo recubrirá, vibrará y se emocionará en función de las emociones de los espectadores", ha afirmado Marg.
La concepción del nuevo Bernabéu, según Marg, proviene de las catedrales medievales y tiene como objetivo "dejar que los ciudadanos interactúen con el estadio, desde dentro y fuera de él". Habrá que esperar tres años, "si todo va bien", para verle la nueva piel al templo blanco.

Sinfonía del `nuevo mundo´

Si a la la caída de Pedro J. Ramírez le va una música, esa es la sinfonía más popular de  Antonin Dvořák, la sinfonía número 9 en mi menor Op.95, de 1893. La conocida como la sinfonía del Nuevo Mundo. Porque hay una coincidencia: la caída del fundador es el primer movimiento, el acto introductorio al Nuevo Mundo.
  Al nuevo periódico El Mundo.
  Hace unos días, cuando la noticia sotto voce, no el mero rumor, era que finalmente Pedro J. salía, algunos, más que otros, le dimos crédito.
  Porque la política manda. 
  La Gran Depresión Española ha sido el resultado del espectacular pinchazo de la burbuja especulativa del capitalismo español. Y de esa burbuja forman parte, cómo no, los medios de comunicación.
  La salida de Pedro J. Ramírez es el resultado de una presión intensa, que lleva largo tiempo ya, para empezar el proceso de concentración  en una de las burbujas que todavía perviven: la de los medios de comunicación de centro derecha.
  La presencia de un director que todavía tenía apego por el periodismo entendido como artesanía, con todas sus virtudes y grandísimos defectos, se convirtió en un factor irritante.
  Pedro J. dio su apoyo entusiasta a José María Aznar en la oposición al PSOE, actuando de comadrona para la llegada al poder del Partido Popular. Y se convirtió en un bastión de la defensa de gran parte del ideario de Aznar tanto en sus tiempos de gobierno como en estos mismos momentos, muy difíciles para el expresidente, asediado por noticias sobre la trama Gürtel y los correos electrónicos de Caja Madrid, reveladores de su lado oscuro, de la contradicción entre su prédica y su capacidad para dar trigo.
  Pedro J. ya era incómodo para casi todos.
 Para el accionista principal, Rizzoli o RCS Mediagroup, y para el Gobierno.
 Y hay que subrayar el contexto. Rajoy entra en la batalla electoral. El calendario está muy cargado. Elecciones europeas el 25 de mayo; después del verano ya nos ponemos en la larga campaña de las municipales y autonómicas de 2015; y, otra vez pasado el verano, recta final hacia las elecciones generales, a finales de 2015 o primeros de 2016. O antes, vaya usted a saber.
   Por tanto, la concentración de prensa es fundamental. No hay tiempo que perder.
   Hay una suerte de paralelismo entre Aznar y Pedro J.
   Ambos se sienten ninguneados por Rajoy.
   Ambos combaten, por medios diferentes, a Rajoy.  
  Toda la atención, como es lógico, está ahora centrada en Pedro J. y en su futuro, más allá de lo que se diga en las próximas horas. Creo que fue Juan Tomás de Salas, el extinto editor de Cambio 16, quien se inventó la fórmula de la patada hacia arriba de un director: director de publicaciones. Pues eso, ahora volverán a decirlo. O no, qué más da.
  No tiene relevancia.
 Ha comenzado la transición hacia el Nuevo Mundo.
 Y en esa transición, Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, tiene recursos para aportar (licencias de televisión TDT, entre otros) y opiniones.
¿Se cumplirá el sueño de Maurici Casals, la mano derecha de José Manuel Lara en medios de comunicación?
 ¿Se fusionará La Razón con El Mundo?
 ¿Qué papel jugará el Abc?
 Durante largos meses, este puzle se ha llenado de fichas y ha conocido diferentes alternativas. Negociaciones, conciliábulos, como las meigas, haberlas, haylas.
 El mapa y el territorio pueden ahora, con la caída de Pedro J., reordenarse. Antes, no.
 Antonio Fernández-Galiano tiene todo el poder y la confianza de los accionistas. Será él quien comience (extraoficialmente, bajo cuerda, ya lo ha hecho meses atrás) a dar las cartas. Y como apuntamos, ya sabe muchas cosas- Esta vez dirá que los señores hagan su juego con la intención de llegar a un pacto. Será fusión por absorción de otro medio. Pero la procesión (el poder) irá por dentro. 
   ¿Es esto acaso un secreto?
  No. He aquí la evidencia. Fernández-Galiano, en una entrevista publicada el 16 de diciembre de 2013, hace cuarenta y cinco días, decía al periodista Daniel Toledo de El Confidencial lo que pensaba sobre si  existía espacio en la franja del centro derecha para tres periódicos:
  "Evidentemente, no hay espacio. A nadie que tenga dos dedos de frente se le ocurre pensar que es igual un mercado de 2.000 millones que uno de 600. A esto se une lo fragmentado de la oferta en España y la crisis del consumo, que también está impactando en las difusiones, más diría yo que el fenómeno digital. Así, las ventas promedio por cabecera son ridículas. Eso hace que el sector en su conjunto esté en números rojos y nunca vaya a salir de ellos mientras no se produzca una reordenación. La consolidación se puede producir de una manera ordenada o sangrienta. El mercado lleva a que se produzca de una manera u otra. Y se producirá”.
    "De una manera ordenada o sangrienta".
    La profecía ha comenzado a autocumplirse en casa.
    Con la caída de Pedro J.
   "Y se producirá", vaticinó Fernandez-Galiano. La consolidación/concentración.
   En cuanto a Pedro J., para quien el periodismo no es una opción sino una adicción, después de un periodo de cumplimiento del acuerdo de fuerte compensación firmado -non-compete agreements-, verá cuál es su nuevo vehículo.   

Mitología del rescate

El ministro de Economía y Hacienda, Cristóbal Montoro, suele dar clases magistrales de política postmoderna. Estas lecciones viene a cuento del famoso Rescate que el PP defiende como uno de sus principales logros en sus dos años de gobierno: es decir no haber solicitado más que un rescate (al que llaman apoyo financiero), el rescate bancario, y no un presunto rescate general. Se puede consultar, por ejemplo, en la entrevista que concedió el periodista Graciano Palomo en el diario El Mundo, el pasado 8 de diciembre. Montoro deja entrever un cuadro de situación, unas aguas en cuyas profundidades resulta interesante bucear.
   Hay dos temas que llaman la atención.
   El primero es la referencia al rescate.
   "Fue Mariano, personalmente, sí, sí, él solito, con su particular estilo, su forma de ser, al que debe que España no esté intervenida... Jejejejeje... ¡Porque no lo estamos! Todo dios le decía que no había más remedio. Y él, oye, buscando resquicios para no llegar a ese trance. Ahora estamos saliendo. Sí, sí sí. Estamos saliendo".
 Veamos detenidamente este punto.
 A  finales de mayo de 2012, la crisis de Bankia, y sobre todo, la pésima gestión que hizo de ella el gobierno de Rajoy, era la principal preocupación del Banco Central Europeo (BCE).
   Según declaró Mario Draghi, presidente del BCE, en el Parlamento Europeo, el 31 de mayo de 2012, al referirse a las dos crisis bancarias, las de Bankia y Dexia, se había puesto de relieve "la peor manera de hacer las cosas".
  El día 5 de junio, Cristóbal Montoro, de paso por Sevilla, concedió una entrevista al periodista Carlos Herrera, en Onda Cero. La prima de riesgo del bono público español (diferencia con el Bund o bono público alemán a diez años) se había disparado desde hacía varias jornadas. El 5 de junio se situaba en 508 puntos básicos o 5,08%.
  El ministro, a la pregunta de Herrera sobre si vendrían los hombres de negro a España (por la troika del FMI, el BCE y la Comisión Europea), contestó que no.
   ¿Por qué?
   Por esto: "España no es rescatable técnicamente".
   Es decir, España no era Irlanda, Portugal o Grecia.
   La cuarta economía de la Eurozona no era "técnicamente rescatable".
   Cuatro días más tarde, el fin de semana del 9 y 10 de junio de 2012, mientras el ministro Luis de Guindos estaba bajo la presión del Eurogrupo en Bruselas, Mariano Rajoy le escribía un SMS: "Aguanta. Somos la cuarta potencia europea. España no es Uganda".
 Pero España se vio obligada a obedecer a la troika y pedir un tipo de rescate a medida ya que, como bien había explicado días antes Montoro a Herrera, "España no era rescatable técnicamente". 
   Tras la experiencia del rescate para salvar a la banca privada en Irlanda, la Troika aplicó la lección a España y extendió una línea de 100.000 millones de euros con un memorándum de condiciones. (España ha utilizado 41.000 millones).
  Pero los mercados no se terminaban de creer, a finales de junio de 2012, que la situación estaba superada.Y la percepción era que el Banco Central Europeo (BCE) mantenía una pasividad pasmosa. Los inversores seguían desprendiéndose de bonos españoles e italianos en los mercados secundarios.
   La prima de riesgo de España ascendió hasta 637 puntos básicos, o 6,37%, el 24 de julio de 2012. Por su parte, la prima de riesgo del bono público italiano se situaba el 24 de julio de 2012 en 532 puntos básicos o 5,32%. (Hay que recordar que quien gobernaba era Rajoy, porque cuando el PP habla de la prima de riesgo en julio de 2012 parece que se refiere al gobierno de Zapatero)
   Para darse una idea de cómo se había disparado el tipo de interés de ambos países hay que saber que el Bund alemán o bono público alemán a diez años cotizaba a un tipo de 1,24%.
   Por tanto, España era castigada en los mercados secundarios con un tipo para el bono público a diez años del 7,61% (prima de riesgo de 6,37% + 1,24%, del  Bund alemán) e Italia del 6,56% (5,32% + 1,24%)
   En esta situación, el euro como tal, es decir, la capacidad del BCE para transmitir su política monetaria, estaba resquebrajándose. La percepción de los mercados y de los movimientos especulativos era que la unión monetaria ya no funcionaba.
  Fue en esas horas, precisamente, cuando Mario Draghi decidió salir al ruedo y lanzar en Londres, el 26 de julio de 2012, su advertencia de que el BCE haría "todo lo que sea necesario" para garantizar la continuidad del euro.
  "Todo lo que sea necesario".
  El mercado interpretó que ¡por fin! se terminaba el cachondeo. Se podía empezar a reparar la avería de fábrica del euro. Que detrás de la deuda de los países en crisis (sobre todo España e Italia) había ahora un prestamista de última instancia. Un avalista.
   El 2 de agosto de 2012, como las primas de riesgos de los bonos públicos españoles e italianos, aunque más moderadas, seguían sin flexionar drásticamente, el BCE anunció que intervendría en los mercados de bonos soberanos con el objetivo de "salvaguardar una apropiada transmisión de la política monetaria única".
   Draghi no podía decir, obvio es, que el euro estaba desintegrándose. Su versión fue "salvaguardar la apropiada transmisión de una política monetaria única".
   El 6 de septiembre, el BCE acordó el programa OMT (Outright Monetary Transactions) de compra de bonos públicos a plazos de entre 1 y 3 años en los mercados secundarios. Para acceder a este programa, los Gobiernos debían dirigirse al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y solicitar la aplicación del programa. Esta entidad se dirigiría a continuación al BCE para cursar la solicitud y evaluar la petición. Antes de actuar, se impondría a los gobiernos un memorándum de condiciones.
   Tampoco este programa era un clásico rescate como el de Grecia o Portugal, para citar dos ejemplos. Porque como había dicho Montoro hay países que por su tamaño "no son rescatables técnicamente".
   En diciembre de 2012, la prima de riesgo de España había bajado. Rondaba los 385 puntos básicos o 3,85%, en una oscilación hacia abajo y arriba. El Bund alemán a diez años se situaba en una banda de 1,30% y 1,40%. Es decir: los mercados secundarios facturaban a España un tipo de 5,15 % o 5,25%.
    En aquellos días de diciembre, antes de Navidades, Cristóbal Montoro, acudió a una reunión con una quincena de corresponsales al Círculo de Corresponsales Extranjeros, en la madrileña calle de María Molina, número 50. Allí se prestó a analizar la situación económica.
   Explicó que la prima de riesgo de España seguía siendo elevada. Y que si bien se podía aguantar, un año más con esos tipos suponía un esfuerzo muy grande. No tuvo ningun complejo en decir, directamente, que era partidario de acudir al MEDE y solicitar la compra de bonos públicos por parte del BCE.
  El encuentro era en principio reservado. Pero la posición de Montoro trascendió. 
 El diario norteamericano The Wall Street Journal intepretó que las manifestaciones del ministro podían ser citadas y publicó una información según la cual Montoro era favorable a pedir la compra de bonos públicos españoles en el cuadro del nuevo programa OMT del BCE. Era, pues, favorable a solicitar el rescate por la vía de la compra de bonos.
   La noticia se mantuvo 24 horas en la edición digital. Los corresponsales que habían asistido a la reunión expresaron su sorpresa ya que se trataba de una reunión reservada. Y se dirigieron al periódico. El Journal explicó que no había captado el carácter off the record del encuentro con el ministro Montoro, y decidió retirar la información de la red. Y, además, borrarla de su servidor.
     Esta es la historia del rescate. Un mix de hombres de negro extranjeros y de hombres de negro ibéricos. (Carlos Herrera fue quien acuñó la frase hombres de negro ibéricos en julio de 2012)
  Y, ahora, vayamos al segundo punto de interés de las reflexiones de Montoro.
   Hablan de las próximas elecciones. Montoro asegura que el PP va a ganar de nuevo.
  Montoro: "Mire las tendencias... No hay alternativa porque si vuelven los otros perderemos todo lo ganado... Los mercados no son gilipollas. Los mercados se mueven por cifras, no por ruido mediático... Quieren un gobierno creíble y con capacidad no sometido a vaivenes políticos..."
   Esta apelación a los mercados al hablar de voto ha cosechado múltiples reacciones adversas.
   Pero es que el PP ha subido al poder a horcajadas de los mercados.
  Zapatero decidió no presentarse como candidato en mayo de 2011 y el 29 de julio de 2011 en plena subida de la prima de riesgo, a 359 puntos básicos o 3,59%, anticipó las elecciones generales al 20 de noviembre de 2011, bajo el síndrome de no llegar a ellas...sin una intervención a la griega o portuguesa. 
  Este adelantamiento de las elecciones presa del pánico era lo más parecido, según escribí al conocer la decisión, a decir: "Que Dios nos pille convocados". 
   Y no fue suficiente. Cuando Merkel y Sarkozy pidieron el 16 de agosto de 2011 en París a todos los países la introducción en sus constituciones de la célebre regla de oro o limitación del déficit público, Zapatero se dio la vuelta de lo que hasta ese momento había sostenido contra Rajoy sobre esa propuesta y lo adoptó como último recurso para celebrar las elecciones en paz.
  Y propuso a Rajoy reformar la constitución. Fue a las Cortes el 23 de agosto de 2011 a ¡noventa días de las elecciones del 20-N!
   A los políticos les había entrada miedo en el cuerto.
  Los mercados (el Deutsche Bank, que puso a la venta masiva de bonos públicos italianos en el verano de 2011), por un lado, y la decisión conjunta de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, consiguieron tumbar a Silvio Berlusconi y situar en el Gobierno italiano a Mario Monti. Eso ocurrió el 16 de noviembre de 2011, cuatro días antes de las elecciones del 20-N en España.
  Lo cuenta, en parte, el economista italiano Lorenzo Bini Smaghi, ex miembro del consejo ejecutivo del BCE hasta noviembre de 2011, en su libro Morire de austerità: Democrazia europee con le spalle al muro. (Morir de austeridad: La democracia europea contra las cuerdas).
   Pero las cosas tuvieron que ponerse peor para que un nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, cambiara la orientación, según hemos apuntado. Con el BCE que lanza, in extremis, una política distinta, y los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y Japón bombeando dólares, libras y yenes, la crisis se frena.
  Los flujos de capitales, que salieron despavoridos en 2010, con la crisis de Grecia, volvieron a la Eurozona.
  Y por esta razón, sobre todo, las primas de riesgos de todos los países de la periferia europea han caído, incluyendo a los que todavía están bajo rescates (Portugal y Grecia). El caso de Irlanda, que ha dejado recientemente el rescate, es sintomático. La prima de riesgo del bono público de Irlanda a diez años oscila entre 40 y 50 puntos básicos debajo de la que paga España y el tipo de interés de cinco años se sitúa por debajo del interés que pagan...¡Estados Unidos y el Reino Unido!
  Y es el día de hoy que la desaceleración notable de la economía de China y el cataclismo en las economías de los países emergentes, en el contexto de la política de disminución de compra de bonos por parte de la Reserva Federal de EE.UU, sigue catapultando fugas masivas de capitales de aquellos países hacia Europa, donde son invertidos en compras de acciones y de bonos públicos.

23 ene 2014

En el ritual de la recuperación

Un chocolate sabe mejor si se come con cierta liturgia. Por ejemplo, si lo partes por la mitad dentro de su fundita y luego sacas una mitad y te la comes y luego haces lo mismo con la otra mitad. No es broma. Cuatro profesores de Minnesota y de Harvard han publicado recientemente un artículo académico recogiendo varios experimentos como éste (el del chocolate y otros tres) y demuestran que la conducta ritualizada engrandece la experiencia del consumo y, de hecho, nos hace consumir más. Lo saben los amantes de la cerveza Coronita, o quienes creen que el gin tonic sabe mejor si la tónica se deja caer por una cuchara removedora, o una sidra si se tira desde arriba de la cabeza del escanciador.

Esos rituales, encadenados en sus liturgias, tiene un efecto mágico en quien se somete a ellos. En el ámbito social, también. Desde antiguo, el chamán aprovecha los estados de ánimo de sus seguidores, unas cuantas trampas (alguna hierba alucinógena, por ejemplo) y mucho poder de sugestión, para “producir” efectos que, para el pueblo, son sólo producto de la magia transformadora del chamán. Es así como desde hace miles de años creemos que hay gente capaz de explorar en el pasado y adivinar nuestro futuro, magos que pueden alterar nuestro destino y sacerdotes que saben borrar de nuestras vidas los maleficios, los pecados y las maldiciones.

Por supuesto, esas profecías con frecuencia se cumplen. No por milagro logrado por el mago, sino por el efecto que el ritual ejerce sobre el asistente a la liturgia. Si alguien en quien crees ciegamente te dice que encontrarás empleo en el mes de abril, pondrás especial empeño en encontrarlo en el mes de abril, y así será más probable que no lo encuentres en marzo y sí en el mes señalado. Y si no, ya habrá algún fenómeno sobrenatural que justifique tu fracaso. Quizá no quemaste bien los trozos de madera que tu mago te entregó.

Vengo advirtiendo desde hace dos años, que Rajoy nos tiene sometidos a una liturgia. La liturgia de la recuperación. Nos hace creer que ya salimos gracias a sus reformas. No porque sea un mentiroso. El mismo cree lo que dice. Como lo cree el simpático adivino Sandro Rey o el cura de la parroquia de la esquina. Lo creen porque es “verdad”. Tan verdad como que el chocolate sabe mejor si se parte por la mitad dentro de su envase. Y es cierto: termina por saber mejor.

Pues lo mismo: hubo un tiempo en que los chamanes del momento decidieron que se acabó. Que debíamos purgar nuestras culpas como pecadores tras la orgía y la bacanal. Terminamos por creerlo y acabó siendo real. Subió la prima de riesgo y la convertimos en el objeto mágico: en las maderitas entregadas por el chamán. Pararon de prestarnos dinero como quien niega vino al alcohólico, nos encerramos en casa, dejamos de consumir, estuvimos dispuestos a vender nuestros pisos por la mitad del precio que tenían hacía un año… Extrañamente, los españoles pasamos de ser los más guapos y ricos del mundo (los octavos más ricos, en concreto), a ser la hez de Europa, los PIGs, los más tontos de la Unión… Y terminó todo por ser cierto. Zapatero, que sabía de la fuerza de las palabras mágicas, no quería pronunciar "crisis" porque pensaba que si la usaba se materializaría. Pero pudieron más que él los otros magos y le ganaron el conjuro.

Ahora los chamanes –no, no les culpemos: ellos están tan engañados como nosotros, creen en sus poderes tanto como nosotros– … Decía que ahora los chamanes nos dicen que la recuperación ha llegado. La prima de riesgo lleva ya meses bajando, los hombres de negro se van y en solo una semana Obama y Krugman exorcizan al diablo nombrándolo y certificando su huida. Naturalmente, será verdad. Saldremos a la calle, empezaremos a consumir, nos sentiremos mejor, volveremos a pedir más por nuestros pisos, encontraremos trabajo. Y miraremos al cielo: ¡Alabados sean los dioses: salimos! Y al chamán: ¡Gracias a las reformas de Rajoy, salimos!

17 ene 2014

Voy a emprenderme vivo

El discurso voluntarista de exaltación del emprendimiento constituye un eje clave de este Gobierno. El Rajoy que ahora pide a los empresarios de EEUU que inviertan en España porque somos más baratos y flexibles a golpe de reforma laboral llegó al poder anunciando un maravilloso país en el que se conciliarían mágicamente “ideas” y “bussines angels” para regarlas, con un activo papel público-privado en la polinización. “Así nació Google”, decía el entonces candidato mientras se le encendían los ojos visualizando ese maná de chalets adosados de suburbio californiano destinado a brotar por toda España con su correspondiente Guillermo Puertas en cada garaje.

Al final resultó que el emprendimiento era un eufemismo más para hablar de trabajo precario y para cazar autónomos desprevenidos. Y ha brotado un Bill Gates, pero el auténtico, aunque en España es más de invertir en el clásico fomento de contratas y construcciones que de innovar. Pero Rajoy regresa de la factoría de sueños americanos cargando un saco, muy pesado aunque apenas contenga una palmada en la espalda, por su decidida política de austeridad. Esa que Barack Obama se ha negado a aplicar en su propio país. En EEUU han rescatado la banca igual que en Europa, pero con un plan de estímulo conscientes también de que los recortes eran contraproducentes y la prioridad la constituía evitar el colapso total y frenar el incremento del paro (la evolución de los datos macroeconómicos y del desempleo a uno y otro lado del Atlántico están a la vista de todo el mundo, pero se le dedicará capítulo aparte).

El apoyo en forma de créditos blandos o de subvenciones ni está ni se le espera –al menos en cantidades dignas de ser tomadas en serio- mientras que el I+D público, que ya estaba alejado de la media europea, ha sufrido por el contrario serios recortes y el sector privado no ha cogido ese relevo. Se sube el IVA y el IRPF, se dificulta el consumo y los empresarios ven que la promesa de las reducciones de las cotizaciones tampoco llega, al contrario, porque las retribuciones en especie cotizarán como salario.

Pero para compensar estas carencias se redobla el esfuerzo en la retórica –con significativo despliegue televisivo- y en el adoctrinamiento. La maltratada filosofía se convierte por obra y gracia de la reforma de Wert en el calzador de la cultura del emprendimiento, pervirtiendo ambos conceptos. Reduciendo a utilitarismo economicista neoliberal la filosofía y dando la sensación de que algunas carencias del país son meras cuestiones de metafísica.

Puede que no tengamos cultura de emprendimiento, ni sector público que lo estimule –al contrario porque esté dando un paso atrás en lo importante- y desde luego tampoco un Krugman, pero eso sí, de EEUU también se importan esas soflamas contra las parados y contra los pusilánimes que se niegan a ganar millones de dólares -perdón de euros- emprendiendo a lo grande, esos discursos que hacen las delicias de los liberales de salón. Para lanzarse en solitario se necesitan ganas y empuje sí, pero también un contexto favorable, apoyos y una experiencia laboral previa, fructífera y estable para generarse conocimiento y contactos. Pasar de la nada a inventar el desarrollo informático que dominará el mundo o un tratamiento revolucionario contra el cáncer no es un planteamiento demasiado realista.

Y sobre todo para montar hasta un carrito de frutas callejero se necesita crédito asequible y clientes con liquidez, algo utópico en estos momentos, y a pesar de todo admito que a veces de tan fácil como lo pintan dan ganas de emprenderse vivo frente al ICO. Sin embargo no he tenido la fortuna de educarme en la Lomce para decidirme. He crecido con referentes empresariales liberales como Manuel Pizarro –el del pelotazo millonario a través de una empresa que era pública como Endesa-, Gerardo Díaz Ferrán –el de la barra libre de financiación de dudoso retorno a través de Caja Madrid- o el actual responsable de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, que forjó su carrera nada menos que en el Instituto Nacional de Industria (INI) y presidiendo Iberia cuando era totalmente estatal. Al no gozar de apellidos compuestos debo tener algún defecto congénito que me lleva a la abulia porque me confieso incapaz de encontrar esas oportunidades. Pero no importa, creo en el sueño americano, se me caen las ideas de la cabeza, conozco el secreto de desear mentalmente con mucha fuerza y dispongo de algunos ahorros. Estoy dispuesto a apostar fuerte, aunque ando desorientado. Ahora que Francisco Correa, Luis Bárcenas o Carlos Fabra han caído en desgracia por no sé qué líos, ¿alguien sabe decirme quién lleva el negociado de emprendimiento en este país?

16 ene 2014

Mujeres bajo sospecha

Veo por fin la exposición Mujeres bajo sospecha en la sede granadina de la Biblioteca de Andalucía. Basada en una colección de artículos que ha coordinado, con el mismo título, Raquel Osborne en la editorial Fundamentos, la exposición busca la memoria de la sexualidad femenina desde 1930 hasta los años 80. Sin salir de la sala, esta magnífica exposición muestra un relato difícil con final feliz. Las mujeres modernas de los años 20 y 30 iniciaron un proceso de emancipación que dio sus frutos con la llegada de la Segunda República en 1931. El derecho al voto, el divorcio, la presencia femenina en las aulas y la emancipación económica de la mujer hicieron de España uno de los países más avanzados de Europa.

Después llegó el golpe de Estado de 1936 para abrir un tiempo largo en el que el rapado y el aceite de ricino simbolizaron una doble explotación. La represión general en la política, se duplicó para la mujer al convertir su cuerpo en un campo de castigo. Con la agonía de la dictadura, las grietas de libertad –que siempre existieron frente a los dictados del poder–, lograron abrirse en un proceso de dignidad democrática. Aunque no desapareció el machismo, la lucha feminista dio sus frutos y se convirtió en uno de los motores principales de la transformación de España.

Sin salir de la sala, digo, el relato que forman los periódicos, las fotografías y los demás documentos tiene un final feliz. El problema es salir de la exposición, caminar por la calle y volver a una historia que sigue abierta, amenazadora, en manos una vez más del pensamiento reaccionario.

Mientras cruzo la ciudad, me pregunto las razones del Partido Popular para promover una ley del Aborto tan tradicionalista que ni siquiera conecta desde el punto de vista ideológico con la mayoría de su tejido social. En una sociedad tan consumista como la nuestra, en la que hasta los cuerpos y las sexualidades tienden a producirse como mercancía, no encaja un regreso desmedido a la cultura del nacionalcatolicismo. ¿Cuál es entonces la utilidad de esta ley?

Cruzo los jardines del Genil. Cuando yo era niño, las parejas de novios buscaban el atardecer de los castaños y los plátanos para robarle un beso a las costumbres decentes. Poco después aparecieron también los homosexuales. ¿Qué argumento, insiste mi meditación, tiene el PP para considerar de nuevo el cuerpo como un campo de castigo?

En primer lugar, desde luego, hay una constante del pensamiento antidemocrático. Si la democracia supone el control del poder público desde la ciudadanía, es decir, un viaje de abajo a arriba, el autoritarismo significa lo contrario, la obligación de bajar de lo público a lo privado para escenificar el control del poder. En el reparto de papeles del machismo, la mujer es el corazón de lo privado. Humillarla, someterla, imponerle su particular catecismo, es el signo más claro de la victoria.

¿Pero qué más? En segundo lugar, parece que el PP necesita medidas para tranquilizar y mantener en sus filas a la extrema derecha. El asunto del aborto es una de ellas, sobre todo si significa el sacrificio moral de Gallardón, un político que, con la ayuda de algunos medios de comunicación, representó por unos años el ala progre del partido. ¡Vaya ojo!

¿Pero qué más? En tercer lugar, la muleta del anticlericalismo ha sido siempre un buen recurso para torear el odio del pueblo. Pasamos por unos momentos en los que, de forma descarada, se escenifica la promiscuidad de la derecha con los bancos, las eléctricas y los grandes templos del dinero. El odio hacia estos templos empieza a pesar mucho en la sociedad. No viene mal desviar la atención hacia los viejos altares y, de camino, enmascarar con la sotana moral del clericalismo la vergonzosa relación pornográfica del PP y el dinero.

¿Algo más? Confieso que ya en la puerta de mi casa tengo delirios propios de un demócrata de izquierdas que lleva más de 30 años sintiéndose estafado por un sistema hipócrita. Y en mi delirio pienso que, de vez en cuando, el PP necesita echarle una mano al PSOE para que el bipartidismo siga justificando el voto útil de los españoles. Lo que el PSOE ha sido incapaz de promover con una verdadera renovación, se lo regala ahora el PP. Señores, somos tan bárbaros que les conviene votar al PSOE, la izquierda con aspiraciones de Gobierno. Si tienen que castigarnos, que sea con nuestro amor de toda la vida, nuestro enemigo más útil.

Yo, que soy granadino, recibí la maldición de la madre de Boadil desde la cuna: lloro como una mujer, ya que no he sabido defenderme como un hombre. Después de tantos años de vivir bajo sospecha, está justificado que pague con la misma moneda. Medito, sospecho, deliro.

14 ene 2014

Los arquitectos denunciamos


Según la Ley de Contratos, cuando se convoca un concurso de arquitectura se valoran fundamentalmente dos cuestiones. Los aspectos técnicos y la oferta económica de honorarios. Sucede que, casi siempre, el aspecto económico tiene mucho mayor peso que la calidad del proyecto. Como si se tratara de comprar taburetes, cosa absurda cuando los honorarios del arquitecto no llegan al 1% del valor del edificio. Las intervenciones de las Administraciones (nacional, autonómica y local) quieren el mejor precio, aunque no sea la mejor solución ni el mejor proyecto. Una cifra es un criterio objetivo lícito, pero miope y cortoplacista porque los ciudadanos merecemos que se valore la calidad de la propuesta. Las obras trascienden a quienes en ella intervinieron. Como dijo Octavio Paz, “la Arquitectura es el testigo más insobornable de la Historia”.

Una vez contratado el proyecto se licita la obra. Otra vez entramos en un sistema de adjudicación perverso cuyas consecuencias son más graves para la sociedad. Cuando el arquitecto redacta un proyecto sabe lo que cuesta construirlo, valoramos las partidas a ejecutar y redactamos un presupuesto. Adjudicar una obra a una oferta que está por debajo, o muy por debajo, del presupuesto implica un problema seguro. Todos los agentes que intervenimos en el proceso lo sabemos. Es un juego que se ha convertido en práctica habitual y ya es hora de que se denuncie alto y claro por la sociedad y forcemos a los legisladores a tomar medidas que frenen estos abusos.
Antes existía el criterio de adjudicación a la media ponderada de las ofertas y no se adjudicaba a la baja temeraria por los evidentes riesgos que ello conlleva. Actualmente se acepta la baja temeraria siempre que vaya justificada y, sorprendentemente, se justifican increíblemente bien.

No interesa el trabajo bien hecho, el proyecto riguroso o la dirección de obra responsable porque no dejan margen para fullerías

Con la crisis se acentúa la necesidad de adjudicación de muchas empresas y llegan a presentar unas bajas inadmisibles, hasta del 50%, sin estudiar la obra en profundidad sabiendo que prima la oferta económica. Tanto adjudicador como adjudicatario saben desde el principio que es imposible realizar la obra en el precio contratado, pero confían en “arreglarlo” después a base de modificados.

No digo que no haya imprevistos razonables en muchas obras. Los estudios geotécnicos, por ejemplo, pueden ser erróneos, no por defectuosos, sino porque se hacen con tanteos extrapolados a toda la superficie de la obra. Pero una cosa son los modificados presupuestarios originados por un imprevisto justificado y otra la práctica habitual de “hagamos la gran baja que ya compensaremos presionando con los modificados”.

Entonces se empieza una obra que para los técnicos responsables de la dirección facultativa es a menudo un calvario. Si el proyecto está bien redactado el arquitecto tiene dos opciones: ser inflexible con lo establecido para paralizar la obra cuando tiene pérdidas, y la abandona, o ser flexible para poder llevarla a buen fin.

Paralizar una obra supone un gran trastorno. Liquidar lo realizado y volver a sacar a concurso lo restante, exponiéndose a otra adjudicación a la baja (las herramientas de contratación son las mismas). ¿Quién sufre los plazos? Los ciudadanos.

Para llevar a buen puerto la obra con el menor daño posible el arquitecto busca soluciones más económicas a costa de grandes enfrentamientos con la contrata y con el cliente. Hace de mediador en un conflicto que todos veían venir. A esto se le añade otro problema frecuente y es que, si cambian los políticos que encargaron la obra, se cambia el proyecto con lo que los modificados están garantizados. Ya tenemos la excusa para recuperar las pérdidas derivadas de la contratación a la baja. ¿Quién lo paga? Otra vez los ciudadanos, los contribuyentes.

¿Qué consecuencias tiene este sistema perverso de contratación? Que no interesa el trabajo bien hecho, el proyecto riguroso o la dirección de obra responsable porque no dejan margen para fullerías. Se está favoreciendo la mediocridad y el ejercicio profesional imperfecto porque a peor proyecto, mayores modificados, mayores beneficios por la puerta de atrás, mayor número de amigos satisfechos, mayores comisiones y en definitiva mayores lucros para unos pocos en contra del bien de la mayoría de los españoles.

Así ni se hace marca España ni seremos nunca un país serio.

13 ene 2014

Cómo pinchar un año cargado de ilusión

El año que empieza puede ser un año cargado de ilusión. Ilusión en el análisis económico español, ilusión en Cataluña, ilusión en la marcha de la Unión Europea… Y eso es, precisamente, lo malo. Ilusión significa, según el Diccionario de la Real Academia, “imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad”. Es muy posible que en 2014 los ciudadanos tengamos que emplear muchas de nuestras escasas energías en vislumbrar cuál es la “verdadera realidad”, por encima del aluvión de ilusiones con que se nos abrumará.

En un estupendo artículo titulado Sobre todo, que no decaiga (EL PAÍS 29/12/2013), Manuel Cruz describía la maniobra favorita de los nacionalismos, que consiste en convertir un debate político en un conflicto ente emociones: una, por supuesto, es inequívocamente positiva, la ilusión; la otra, claramente negativa, el miedo. Así que cualquier intento de argumentar se convertirá en 2014 en la mala idea de un cenizo que quiere pinchar el globo de la ilusión o en una sombría amenaza.

Lo mismo se podría aplicar al análisis de la situación económica. El Gobierno está muy ilusionado con los nuevos apuntes macroeconómicos. Por supuesto, son calificados de agoreros quienes argumentan que el coste que está pagando una parte importante de la población es excesivo y que se trata, además, de un segmento de la sociedad que no tuvo responsabilidad en lo sucedido, puesto que se vio aplastada por un terremoto financiero provocado, precisamente, por los grandes predicadores de la ilusión. En los próximos meses veremos cómo surgen grandes apóstoles que nos piden, otra vez, compartir la visión, la fe y la confianza con la que ellos ya han sido bendecidos.

Pues bien, de eso se trata. De pinchar todos los globos de ilusión con que van a querer rodearnos. Pensémoslo bien. Cuando un político, un candidato, en Madrid, en Barcelona, en Sevilla o en último pueblo del último rincón se nos aproxime hablando de lo ilusionado que está, de la gran ilusión con la que encara el futuro, pongamos cara de pocos amigos, recordemos a María Moliner y a la Real Academia, y exijamos argumentos y “verdaderas realidades”. Recordemos que la ilusión no es un argumento, sino, frecuentemente, una tontería y que, a veces es, incluso, muy peligrosa.

Lo primero que tenemos a la vista son las elecciones europeas. Es un buen campo donde empezar a practicar con la aguja. Son unas elecciones importantes. Ya hemos visto lo que puede hacer la Unión Europea, las decisiones que adopta y las consecuencias que tienen para la vida cotidiana de los ciudadanos. Hasta hace poco, nos lo habían contado, pero seguíamos creyendo que la Unión tenía que ver sobre todo con el comercio. Ahora ya sabemos que los Presupuestos Generales del Estado pasan antes por Bruselas que por el Parlamento español y que se cambian y cortan de acuerdo con informes elaborados por técnicos comunitarios. Ahora ya sabemos lo que ha ocurrido en Grecia, y en Portugal; lo que es una troika y qué sucede cuando el presidente de la Comisión es alguien como el actual, José Manuel Barroso, al servicio de una desproporcionada dirección alemana, incapaz de defender el espacio común europeo.

Atentos cuando nos hablen de la ilusión de crear una Europa más próspera, más solidaria, más progresista. Déjense de fantasías y presenten propuestas concretas. Los pasos, incluso los pasitos. Eso es lo que hay que exigir. Por ejemplo, ¿va a defender su grupo la creación de un Fondo Europeo contra el Desempleo? ¿Luchará por conseguir eurobonos que, al menos, garanticen que una determinada parte de la deuda española, portuguesa o griega pague los mismos intereses que la alemana? ¿Qué hará para lograr que la Unión bancaria incluya un verdadero Fondo Europeo de Garantía de Depósitos y no esa aguada “coordinación” de la que ahora se habla? Ninguno de estos tres asuntos son ilusiones. Son cosas concretas que se pueden hacer a nivel europeo, que ya han sido planteadas y discutidas y que no se llevan a cabo por la resistencia, sobre todo, de Alemania.

7 ene 2014

Mujeres bajo sospecha

Veo por fin la exposición Mujeres bajo sospecha en la sede granadina de la Biblioteca de Andalucía. Basada en una colección de artículos que ha coordinado, con el mismo título, Raquel Osborne en la editorial Fundamentos, la exposición busca la memoria de la sexualidad femenina desde 1930 hasta los años 80. Sin salir de la sala, esta magnífica exposición muestra un relato difícil con final feliz. Las mujeres modernas de los años 20 y 30 iniciaron un proceso de emancipación que dio sus frutos con la llegada de la Segunda República en 1931. El derecho al voto, el divorcio, la presencia femenina en las aulas y la emancipación económica de la mujer hicieron de España uno de los países más avanzados de Europa.

Después llegó el golpe de Estado de 1936 para abrir un tiempo largo en el que el rapado y el aceite de ricino simbolizaron una doble explotación. La represión general en la política, se duplicó para la mujer al convertir su cuerpo en un campo de castigo. Con la agonía de la dictadura, las grietas de libertad –que siempre existieron frente a los dictados del poder–, lograron abrirse en un proceso de dignidad democrática. Aunque no desapareció el machismo, la lucha feminista dio sus frutos y se convirtió en uno de los motores principales de la transformación de España.

Sin salir de la sala, digo, el relato que forman los periódicos, las fotografías y los demás documentos tiene un final feliz. El problema es salir de la exposición, caminar por la calle y volver a una historia que sigue abierta, amenazadora, en manos una vez más del pensamiento reaccionario.

Mientras cruzo la ciudad, me pregunto las razones del Partido Popular para promover una ley del Aborto tan tradicionalista que ni siquiera conecta desde el punto de vista ideológico con la mayoría de su tejido social. En una sociedad tan consumista como la nuestra, en la que hasta los cuerpos y las sexualidades tienden a producirse como mercancía, no encaja un regreso desmedido a la cultura del nacionalcatolicismo. ¿Cuál es entonces la utilidad de esta ley?

Cruzo los jardines del Genil. Cuando yo era niño, las parejas de novios buscaban el atardecer de los castaños y los plátanos para robarle un beso a las costumbres decentes. Poco después aparecieron también los homosexuales. ¿Qué argumento, insiste mi meditación, tiene el PP para considerar de nuevo el cuerpo como un campo de castigo?

En primer lugar, desde luego, hay una constante del pensamiento antidemocrático. Si la democracia supone el control del poder público desde la ciudadanía, es decir, un viaje de abajo a arriba, el autoritarismo significa lo contrario, la obligación de bajar de lo público a lo privado para escenificar el control del poder. En el reparto de papeles del machismo, la mujer es el corazón de lo privado. Humillarla, someterla, imponerle su particular catecismo, es el signo más claro de la victoria.

¿Pero qué más? En segundo lugar, parece que el PP necesita medidas para tranquilizar y mantener en sus filas a la extrema derecha. El asunto del aborto es una de ellas, sobre todo si significa el sacrificio moral de Gallardón, un político que, con la ayuda de algunos medios de comunicación, representó por unos años el ala progre del partido. ¡Vaya ojo!

¿Pero qué más? En tercer lugar, la muleta del anticlericalismo ha sido siempre un buen recurso para torear el odio del pueblo. Pasamos por unos momentos en los que, de forma descarada, se escenifica la promiscuidad de la derecha con los bancos, las eléctricas y los grandes templos del dinero. El odio hacia estos templos empieza a pesar mucho en la sociedad. No viene mal desviar la atención hacia los viejos altares y, de camino, enmascarar con la sotana moral del clericalismo la vergonzosa relación pornográfica del PP y el dinero.

¿Algo más? Confieso que ya en la puerta de mi casa tengo delirios propios de un demócrata de izquierdas que lleva más de 30 años sintiéndose estafado por un sistema hipócrita. Y en mi delirio pienso que, de vez en cuando, el PP necesita echarle una mano al PSOE para que el bipartidismo siga justificando el voto útil de los españoles. Lo que el PSOE ha sido incapaz de promover con una verdadera renovación, se lo regala ahora el PP. Señores, somos tan bárbaros que les conviene votar al PSOE, la izquierda con aspiraciones de Gobierno. Si tienen que castigarnos, que sea con nuestro amor de toda la vida, nuestro enemigo más útil.

Yo, que soy granadino, recibí la maldición de la madre de Boadil desde la cuna: lloro como una mujer, ya que no he sabido defenderme como un hombre. Después de tantos años de vivir bajo sospecha, está justificado que pague con la misma moneda. Medito, sospecho, deliro.

5 ene 2014

“Yo”, “yo”, “yo”, “yo” y “yo”

El pronombre de primera persona del singular está poco presente en español, y su abundancia 

 

Decimos de algunas personas: “Ese es muy yo, mí, me, conmigo”. Y describimos así a través de la gramática el excesivo interés que alguien muestra sobre sí mismo.

La lengua española nos permite prescindir casi siempre del pronombre en función de sujeto porque queda implícito en las desinencias verbales. Si decimos “llevo paquetes”, no hace falta expresar por delante “yo”, al contrario de lo que sucede en inglés o francés. Porque “llevo” es distinto de “llevas” (o “llevás”), “lleva”, “llevamos”...

Esto hace que el “yo” esté poco presente en el español, y que su abundancia extrañe. El académico Emilio Lorenzo (1918- 2002) escribió sobre este fenómeno (El español y otras lenguas, 1980): “Dejamos a los psicólogos e historiadores de la cultura la tarea de aclarar por qué el español, entre otras lenguas románicas y germánicas culturalmente colindantes, hace al sujeto hablante menos protagonista que aquellas”.

Vicente del Bosque es persona sabia, y el pasado 30 de julio manifestaba desde el titular de una entrevista publicada en el diario El Mundo: “Si veis que uso mucho la palabra ‘yo’, decídmelo”. Y en el texto añadía que él utiliza mucho el nosotros, el ¿no creéis?, el ¿qué os parece?
El plural de primera persona donde se esperaría un “yo” se oye con frecuencia entre deportistas cuidadosos. Induráin podía decir tras ganar una contrarreloj: “Tuvimos alguna dificultad en el repecho, pero luego nos hemos recuperado”.

En general (y salvo usos dialectales), el sujeto “yo” de nuestro idioma se emplea como recurso para el énfasis o para resolver una ambigüedad. Así, lo consideraremos enfático cuando expresa oposición, por ejemplo en la oración “yo no soy como usted”. Y en ciertos casos resulta imprescindible: “Tú eres ingeniera y yo soy camarero”, frase que no podríamos alterar para decir “tú eres ingeniera y soy camarero”. Pero en otras muchas ocasiones se hace superfluo, y acaba sonando raro (aunque no por ello se caiga en una incorrección gramatical).

La catedrática Marina Fernández Lagunilla (La lengua en la comunicación política I. 1999) destaca cómo, al hablar sobre el terrorismo de ETA, el entonces jefe del Gobierno José María Aznar acudía a los pronombres, conjugaciones y adjetivos de primera persona (“mis primeras palabras”, “creo haber contribuido”, “he cumplido”, “mi compromiso”...), mientras que Felipe González, su antecesor, empleaba “formas impersonales y genéricas” como “es necesario”, “importa ahora...”.

Parece interesante contrastar aquellos usos gramaticales con los últimos debates políticos. Los dos mantenidos por José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en la campaña electoral de 2008 permiten percibir, con la transcripción en la mano, que el candidato del PP muestra una mayor propensión que su rival a decir “yo” en los tres capítulos señalados (usos superfluos, enfáticos o imprescindibles). Rajoy lo empleó en 54 y 38 ocasiones en esos dos debates, contra 11 y 12 de Zapatero. En los usos superfluos, el entonces presidente socialista dijo 6 veces “yo” en cada debate, mientras que Rajoy lo hizo nada menos que en 23 y 29 oportunidades. Si se contrasta además con el empleo de “nosotros”, vemos que Zapatero lo pronuncia en el primer debate en 19 ocasiones, por solo 5 de Rajoy. Y en el segundo, en 15 oportunidades (por 8 de su rival).

El análisis sobre el único debate electoral entre Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba (noviembre de 2011) nos ofrece datos semejantes. Rajoy dice “yo” más veces: 83, por 52 de Rubalcaba. De ellas, eran usos superfluos 57 de Rajoy y 31 de Rubalcaba.

Así pues, Rajoy utiliza muchos “yo” innecesarios; lo hace en menor medida Rubalcaba, y muchísimo menos Zapatero.

Queda lejos de nuestra intención ejercer de psicólogos y sentar conclusiones a partir de estos números. No obstante, todos sabemos que el lenguaje de cada cual influye en la imagen que transmite, y quizá se cause mejor impresión con la serie nosotros, nuestros, nos, con nosotros que con un continuo yo, mí, me, conmigo.

4 ene 2014

Más de lo mismo en 2014

Me habría encantado que mi primer artículo de este año fuera un dechado de optimismo, pero no ha podido ser. La medianoche del 31 de diciembre, mientras sonaban las doce campanadas, me traicionó el subconsciente y rememoré ciertos nombres que de niño escuchaba en los informativos del franquismo: López Bravo, Juan José Espinosa, López Rodó, Alberto Ullastres, todos ellos miembros del Opus Dei. Regresé al presente y pensé en Pedro Morenés (hombre muy religioso y próximo al Opus), Jorge Fernández Díaz (miembro supernumerario de la obra y, entre otras lindezas, partidario de que el Valle de los Caídos se equipare con el cementerio de la Playa de Normandía), Ana Mato (supernumeraria de la organización y obsesionada con una ley de aborto más dura), José Manuel García-Margallo y Ana Pastor (numerario y supernumeraria respectivamente) y ya por último Fátima Báñez la devota que aun confía que Virgen del Rocío nos saque de la crisis.
En pleno tránsito de 2013 a 2014, mientras millones de españoles aparcaban su precariedad y brindaban por el nuevo año, a mi me dolía que con tantas necesidades como nos acucian (malnutrición infantil in crescendo, millones de españoles bajo el umbral de la pobreza, cifras astronómicas de desempleo, desmantelamiento del estado de bienestar y renacimiento de una nueva generación de pobres) ciertos ministros se dediquen a futilidades como imponer la religión en las aulas o a legislar contra el aborto según les dicta su moral y en perjuicio de la mayoría.

Los usurpadores del liberalismo

¿Quiénes son los “usurpadores del liberalismo”? “Aquellos […] que cifran el liberalismo en la libertad de empresa. Mas el liberalismo originario -el de los ingleses de la llamada gloriosa revolución de 1698- afirmaba sobre todo la más absoluta libertad de conciencia”. La cita es de Juan Marichal, sin duda el mejor y más autorizado intérprete del liberalismo español autor del fascinante libro “El secreto de España”).

Esta joya de la hemeroteca viene a cuento de lo que está ocurriendo actualmente en España, especialmente en torno a la polémica generada por  el proyecto de ley sobre el aborto recientemente presentado por el Ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón.

Marichal, sin duda el mejor cartógrafo del surgimiento del término liberal, nos recuerda cómo el abate Sieyès distinguía entre los "serviles", que se sentían hechos de historia y dominados por ella, y la de los hombres de ideas "liberales", que se veían como iniciadores del futuro, sin ataduras de ningún género con el pasado.

Pero sobre todo, conviene recordar cómo el término liberal se vuelve a popularizar tras el golpe de estado de Bonaparte de 9 de noviembre (18 de Brumario) de 1799 en el sentido de “recuperación de la libertad perdida”.  Y también lo hacer releer a Constant, vía Marichal, cuando en 1830 escribe: “Por libertad entiendo el triunfo de la individualidad, tanto sobre la autoridad que quiera gobernar despóticamente como sobre las masas que reclaman el derecho de someter la minoría a la mayoría". Muy actual, especialmente en los temas de conciencia que nos ocupan estos días.
Desgraciadamente, el liberalismo fue usurpado por doctrinarios, manchesterianos y otros especímenes, que lo igualaron a libertad de empresa y a la no injerencia del Estado. Pero no, curiosamente, en Estados Unidos, donde todavía liberal puede llegar a significar un insulto (“peligroso estatista”) ya que Franklin Roosevelt y el Partido Demócrata siempre mantuvieron la separación entre libertad y propiedad que estaba en el origen del término y se aferraron al liberalismo bien entendido que propugnaba que el Estado tenía que ser el primer defensor de los derechos individuales, especialmente la libertad.

Concluye clarividente Marichal: “La dificultad mayor para el renacimiento liberal en la Europa que viene es, patentemente, el descrédito de los partidos liberales (y similares) de Occidente, que casi todos han sido perfectos ejemplos de usurpación del liberalismo”. Muy aplicable a España, donde todavía hoy existe un gran desequilibrio entre liberales, en el sentido de libertad de conciencia y aprecio por la libertad individual frente a las ataduras de la historia, la moral y la religión, y aquellos que confunden liberalismo con libertad de empresa y capitalismo.


La marca España

La marca España en Panamá

La Marca España no vale un euro. El fiasco de Sacyr en Panamá demuestra que por ahí fuera no es tan sencillo dar el timo como aquí dentro y que las no- reglas a las que aquí nos quieren acostumbrar son vistas fuera como lo que son: tomaduras de pelo y corruptelas intolerables. En España es más que habitual que una empresa presente un presupuesto irrisorio para llevarse cualquier obra pública (o privada); un presupuesto que después se triplica o cuadriplica sin que nadie diga nada. El país está lleno de auditorios, carreteras, aeropuertos, hospitales…que acabaron costando cuatro veces más de su presupuesto inicial. Claro que en ese camino, desde que se adjudica hasta que se termina la obra (si es que se termina) se han forrado algunos y nos hemos empobrecido la mayoría. Las pérdidas y los sobrecostes de fiascos, timos y estafas tenemos la costumbre de socializarlas. Marca España.
No sólo en la construcción se estilan estas maneras, sino que en los últimos años esta ha sido una manera muy española de hacer negocios. Ha sido la norma también en la privatización/venta de cualquier servicio público, donde las empresas se presentan con precios que no tienen nada que ver con el coste real del servicio; coste que después tendrán que asumir los trabajadores en forma de despidos o de bajadas radicales de salario. Es lo que en derecho se llama “baja temeraria”, que aquí lejos de ser una razón de peso para excluir a la empresa en cuestión de cualquier concurso público se ha convertido, por el contrario, en la forma habitual de funcionar a base de chanchullos. Marca España.

Sacyr se presentó a las obras de ampliación del canal de Panamá con una oferta que era inferior a la siguiente en 1000 millones de dólares, más o menos lo que ahora le pide al gobierno Panameño para continuar con los trabajos. El precio no sólo era sustancialmente inferior al de las ofertas competidoras, sino inferior incluso al importe base de licitación: 3.481 millones. Los cables de Wikileaks mostraron en su momento cómo a los norteamericanos la oferta de la empresa española les parecía irrisoria y, según ellos, “no daba ni para hormigón”. Debe ser que allí los presupuestos y los contratos son cosas que hay que tomarse más o menos en serio. Porque además, no nos olvidemos de que los sobrecostos habituales en cualquier obra de esta envergadura: variaciones en el precio de las materias primas, de los salarios o imprevistos en la obra, todo eso ya estaba contemplado en el contrato y ha sido satisfecho cuando ha sido necesario por el gobierno panameño.

La actitud de Sacyr respecto a tontunas como la trasparencia, los controles legales, el cumplimiento de plazos y contratos etc.  queda de sobra demostrada no sólo en su pretensión de cobrar 1200 millones más, sino que durante este tiempo de la obra ha venido ninguneando a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a quien ha presentado los sobrecostos como si ya los hubiera cobrado, como si fueran beneficios, además de engañar con los plazos y la marcha de la obra. Todo ello también muy marca España. Lo malo es que  Sacyr no está operando en España, sino en Panamá y se ha encontrado con un gobierno que le exige que cumpla con su parte del contrato firmado o que justifique exactamente el dinero del sobrecoste, algo que a la empresa española, al parecer, le parece una pretensión inusitada.

Tal como están las cosas y teniendo en cuenta que estamos hablando de la ya consolidada marca España tendremos suerte si finalmente no nos toca pagar también el canal de Panamá. Lo veo venir.

2 ene 2014

El alma de los pobres

En el cuerpo de muchos menesterosos anida espíritu de rico

 

Una de las características definitorias del gran escritor catalán Josep Pla es su agudísima sensibilidad para captar la realidad de las relaciones humanas que suele esconderse tras múltiples velos culturales o ideológicos. Sus cuadernos de notas aparecen así trufados de observaciones acerca de lo que, en principio, podría pensarse que no son sino pequeños detalles, mínimos aspectos del mundo de los hombres, pero que, cuando alguien como Pla nos hace caer en la cuenta, resultan ser de importancia para entenderlo y orientarse en él. Un ejemplo de “pequeña” observación, que aparece en sus Notas dispersas, es la siguiente:

“Una de las cosas más curiosas de este país es la enorme cantidad de pobres que tiene la misma alma que los ricos —que desprecian a los demás pobres como los desprecian los ricos—”.
Y antes de seguir hay que advertir que no hay que llamarse a engaño con la referencia a “este país” porque si bien Pla gusta de referirse de modo explícito al microcosmos que conforman los pueblos de la Cataluña rural, sus observaciones aspiran las más de las veces a tener un alcance universal. Que es lo que pasaría, en mi opinión, en este caso. El desprecio de muchos de los pobres por los de su condición no sería una anomalía, algo exclusivo de los payeses del Ampurdán, de los catalanes o de los españoles, sino que, para los que pensamos que Pla anda en lo cierto, estaría siempre presente en mayor o menor grado en el modo de proceder de los pobres entre sí en toda sociedad estructurada posicionalmente siguiendo un criterio económico: el de tanto tienes, tanto vales. Y el asunto no es baladí, pues frente a la supuesta “solidaridad de clase” que tantos políticos y analistas suponen que la mayoría de los pobres se guardan siempre entre sí y que debería regir su comportamiento político en las urnas, lo que se sigue de una apreciación como la de Pla apuntaría a que tal cosa, cuando se da, no sería ni habitual ni mayoritaria, sino en todo caso fruto de un “trabajo” educativo o político que buscase crearla modificando esa propensión al desprecio entre los de abajo.

La solidaridad entre las clases bajas no es espontánea; exige trabajo educativo

Pues bien, puede que sea “normal” o “explicable” que los individuos de estatus económicamente inferior tengan una deferencia con los de clase superior. De igual manera, también puede parecer “normal” que los de estatus superior “minusvaloren” a los de estatus inferior. Son comportamientos que es incluso posible que estén insertos en nuestro código genético, como parecería seguirse de la observación de que son formas de actuar que compartimos con nuestros “primos” biológicos, tal y como aparecen repetidamente en ese ejemplo de ciencia social que es la Política de los chimpancés de Frans de Waal. Pero lo que parecería ser exclusivamente humano, demasiado humano, sería ese desaprecio que muchos de los de abajo se guardan entre sí, y del que no es infrecuente encontrar manifestaciones por doquier.

Una posible explicación a ese desprecio podría venir de la mano de una reflexión de Rafael Sánchez Ferlosio, quien hace algunos años señalaba cómo el comportamiento en el consumo de bienes conspicuos por parte de los pobres estaba dirigido por la imperiosa necesidad que cada uno de ellos sentía por mantener una distancia posicional con el resto, ya que, en los estratos sociales más bajos el “no ser menos” equivale a “no ser menos que los últimos”, pues por debajo no queda, socialmente, más que el suelo: “no ser nadie”, “ser un muerto de hambre” (La mano visible, EL PAÍS, 26-10-1992). Anhelo este de distinción de los pobres entre sí que, condenado inevitablemente al fracaso para la mayoría y más en una situación de crisis económica, llevaría a muchos de ellos, como modo de compensar psicológicamente ese fracaso, al desprecio de los de que están en igual o parecida situación.

Uno de los ejemplos que validan la tesis de Pla es el experimento ya clásico de la Psicología Social llevado a cabo por A. N. Doob y A. E. Gross en 1968 en el que analizaban la reacción de unos conductores ante un anodino hecho cotidiano: la tardanza en arrancar del vehículo que se encontraba delante de ellos en un semáforo en rojo. Lo que constataron fue que la habitual respuesta de algunos de los conductores que se encontraban retenidos —tocar el claxon, comportamiento que se usó como indicador de agresividad—, sucedía de modo distinto si el coche que se demoraba en arrancar era de alta o de baja gama. Si era de baja gama, viejo o destartalado, los bocinazos empezaban al poco de cambiar a verde el semáforo, en tanto que si el coche era de alta gama, los demás conductores demostraban su deferencia ante el estatus superior de su propietario no haciendo sonar sus cláxones o dejando pasar mucho más tiempo antes de ponerse a hacerlo. El experimento se ha repetido alterando las condiciones del mismo, estudiando por ejemplo cuán diferente era el comportamiento agresivo de los conductores retenidos en función de su propio estatus socioeconómico. Por lo general, los vehículos de estatus más bajo siempre suelen estimular reacciones más rápidas (y, por tanto, más agresivas) que los vehículos de estatus más alto, si bien suele observarse que los conductores de vehículos de más estatus reaccionan más agresivamente cuando se ven frustrados que los de más baja gama.

En los estratos sociales más bajos el “no ser menos” equivale a “no ser menos que los últimos"

En una línea similar puede citarse otro experimento más reciente de Nathan Pettit y Robert Lount en el que se muestra que la gente suele esforzarse más en derrotar a los rivales más débiles que en desbancar a los más fuertes. Se trataba en este caso de un equipo de estudiantes de la universidad de Cornell al que se le dijo —falsamente— que estaban compitiendo haciendo distintas tareas contra otro equipo de otra universidad que ocupaba un ranking más alto (o más bajo) que Cornell. Pues bien, se observó que cuando los estudiantes pensaban que se estaban enfrentando a una universidad de menor rango, lo hicieron mucho mejor que cuando pensaban que se enfrentaban a una universidad de más alto rango.
No es difícil poner este tipo de comportamientos con otros de relevancia social y política. Los juicios mucho más duros que los de abajo suelen hacer de las modestas triquiñuelas de sobrevivencia que hacen sus semejantes en estos tiempos de crisis en comparación con las evaluaciones más leves de las enormes corruptelas, patrimonio de los de arriba o la infundada creencia de que la actual plutocracia es una meritocracia merecedora de respeto, no serían sino muestras de esa transformación del otrora orgulloso proletariado en el actual y melindroso “precariado” al que solo le alcanzan las fuerzas para menospreciar a los que aún están más abajo, los “poligoneros”, como tan bien ha descrito Owen Jones para el caso británico en su obra Chavs.

Y si ello es así, si la observación de Pla es ahora quizás más real que nunca, fácil es comprender las dificultades que hoy afrontan en las urnas quienes propugnan políticas económicas de corte igualitario o redistributivo. Porque bien lo tienen los pocos ricos en su sempiterno enfrentamiento con los muchos pobres cuando pueden contar a su favor con que en los cuerpos de muchos de estos anidan reflejos de su propia alma, de alma de rico.

Qué asco

Por el último resquicio de 2013, se ha colado lo malo conocido, el viejo y pestilente aroma de la represión, la caspa polvorienta de la España nacionalcatólica

Dicen que los deseos son peligrosos, porque a veces se cumplen. Aunque los míos parecen exentos de cualquier probabilidad de éxito, voy a arriesgarme. Espero de 2014 que no se parezca a 2013, aunque por mucho que me esfuerzo, no logro convocar la fe suficiente para desear con convicción. Es curioso, pero al final de un largo año de desdichas, de injusticias, de escándalos y rabia estéril, un solo acontecimiento, la reforma de la ley del aborto, ha logrado aniquilarme.

Los seres humanos somos tiempo, fruto de un lugar, pero sobre todo de una época. Y en la que me ha tocado vivir, la situación por la que estamos atravesando era impensable. Por eso, en la herencia amarga del año que se va, la última puñalada es la que más duele. Creíamos que nos enfrentábamos a una crisis económica insólita, una situación propia de un tiempo nuevo, un presente peor para un futuro por descubrir, y resulta que era mentira. Por el último resquicio de 2013, se ha colado lo malo conocido, el viejo y pestilente aroma de la represión, la caspa polvorienta de la España nacionalcatólica, el puritanismo dogmático de los padres de la patria que usurpan nuestra voluntad, nos expropian el cuerpo por nuestro bien, y condenan a las mujeres —esas sentinas de todos los vicios— a ser desgraciadas por la eterna salvación de sus almas.

Qué asco. Qué ganas de vomitar sobre la herencia maldita de la patria inmortal a la que pertenece el señor ministro de Justicia. Qué pena de ilusión perdida, el sueño alimentado con tanto esfuerzo, durante tantos años, por tantas personas admirables condenadas a sufrir en vano doblemente, entonces y ahora. Se ha pinchado la burbuja, hemos caído al suelo y nos hemos roto todos los huesos. Así, maltrecha y furiosa, les deseo un feliz Año Nuevo. Solo lo será si logramos volver a respirar en este país de todos los demonios

1 ene 2014

La edad mínima para la jubilación anticipada forzosa será de 61 años


  • Habrá que ser demandante de empelo al menos 6 meses antes.


  • Los coeficientes reductores que se aplicarán sobre la pensión serán, por cada año de adelanto respecto a la edad legal.


  • En el caso de la jubilación anticipada forzosa, la norma la establece cuatro años antes de la edad legal, de tal forma que, una vez que entre en vigor, la edad de acceso será en 2013 de 61 años y un mes, y subirá gradualmente año tras año hasta alcanzar los 63 años en 2027.

    El periodo mínimo de cotización exigido para acceder a la jubilación parcial pasará de 30 a 33 años y para poder acogerse a esta modalidad se exigirá ser demandante de empleo al menos seis meses de la solicitud, tras un despido colectivo o un despido objetivo por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción; una resolución judicial conforme a la Ley concursal; fuerza mayor; muerte o jubilación del empresario, y violencia de género.

    Los coeficientes reductores que se aplicarán sobre la pensión serán, por cada año de adelanto respecto a la edad legal, del 6% para los que hayan cotizado más de 44,6 años; del 6,5% para entre 41,6 y 44,5 años cotizados; del 7% para entre 38,6 y 41,5 años cotizados, y del 7,5% para 38,5 años cotizados o menos.


    Fin de año

    Ojalá el final de este año pusiera fin a una buena parte de lo que nos ha traído. Fuera el comienzo de una nueva etapa para un país cuyos políticos e intelectuales no están a la altura de sus propios ciudadanos.
    El año 2013 ha tenido en su vientre al peor gobierno de la democracia. Un Consejo de Ministros que ha precarizado las relaciones laborales, ha tratado de destruir la sanidad pública, ha cuestionado la educación universal.
    El año 2013 nos ha hecho contemplar cómo los socialistas no hemos sido aún capaces de encontrar una alternativa solvente. Contemplando a una Ejecutiva aparente, la intención de buscar un liderazgo a través de democracia interna, se ha visto frenada por la espera a que las elecciones europeas hundan al Partido Popular y que eso refuerce a la actual cabeza de la organización socialista.
    El año 2013 nos ha hecho contemplar de nuevo, como de vuelta de nuestra historia, el aldeanismo de Unamuno en forma de nacionalismo periférico. Un nacionalismo que confunde la democracia con el derecho a escindir, que eleva los mitos a naciones y la historia a un cuento chino.
    El año 2013 nos destruyó una buena parte del estado del bienestar. Un lugar en el tiempo en el que hemos visto privatizar la sanidad universal y precarizar la educación pública. Hemos contemplado cómo los trabajadores públicos se iban a la calle, mientras las empresas privadas ocupaban su lugar.
    En el año 2013 hemos multiplicado la pobreza, mientras que, paradójicamente, las personas más ricas de la nación han visto multiplicado su patrimonio, la mayor parte de él en renta variable y sociedades elusivas.
    En el año 2013 hemos visto tanta corrupción como en el año anterior, pero no tanta impunidad. Políticos mirando para otro lado, empresarios con cara de circunstancias, fiscales convertidos en abogados defensores, instituciones incapaces de responder.
    En el año 2013 fue cuando su vecino se quedó en paro, a usted le han avisado de un ERE, su hijo tiene un contrato precario y el profesor de inglés lleva sin aparecer tres meses porque en el colegio público no le han permitido tener aún aquel interino al que despidieron a principio de curso.
    En el año 2013 hemos visto a muchos ciudadanos desahuciados. Abandonar sus casas y sus hogares porque los intereses de demora de los bancos fueron tan brutales que en un abrir y cerrar de ojos la deuda rebasó el propio valor del inmueble.